El vicio de la lectura

 

La obra de Edith Wharton "El arte de la ficción" consta de seis ensayos relativamente relacionados entre sí. Si los dos primeros (Generalidades y Cómo contar un relato) me han resultado difíciles de seguir, los siguientes (Construir una novela, Personaje y situación en la novela, Marcel Proust) me han resultado incomprensibles. La autora se mueve en un nivel profesoral, para especialistas. Quien no haya leído y releido como ella a los grandes novelistas no puede hacerse idea de lo que nos está explicando.

Personalmente me interesaba el último ensayo: "El vicio de la lectura", tanto por el humorismo que supone calificar como vicio a la costumbre de leer, como por una cierta identificación como lector compulsivo.

La autora utiliza las categorías de lector inspirado y lector mecánico. A éste también lo denomina lector volitivo.

Para Wharton lector inspirado es aquel que lee en diálogo con el texto que tiene delante y llega a sus propias conclusiones. La autora se refiere a "las delicias del vagabundeo intelectual, la persecución improvisada de una breve alusión, sugerida a veces por el giro de una frase o el simple aspecto de una palabra", "clave de armonías impremeditadas", entrada a algún paisaje escogido del alma (pág.136). Se está refiriendo a la lectura como disfrute, ya sea intelectual o emocional.

El lector inspirado sabe el tipo de literatura que le gusta y le hace gozar, pero lee tanto un clásico como una novela policiaca. Dependerá del momento.

Por el contrario lector mecánico es aquel que se impone a sí mismo la obligación de leer. No quiere parecer ignorante. Lee preferiblemente aquellos libros que están de moda y de los que se habla. Para Wharton el lector mecánico no hace nada malo, ya que da de comer a los escritores.

El problema para éste surge cuando tiene que dar una opinión sobre lo leído. Puede que le guste un libro pero no sepa decir porqué. Es posible que incorpore como suyas las opiniones que escucha o que emita una opinión basándose en detalles periféricos, que no guardan relación con el núcleo de la obra. También puede ocurrir que considere que es suficiente con conocer el contenido de la obra, que para eso la ha leído y no se espera nada más de él.

Juan Ignacio Encabo Balbín

Edith Wharton, El arte de la ficción, José J.Olañeta Editor, 2012.