Enfado y hastío

 

Cuando alguien preguntaba hace un tiempo dónde estaban los pensadores católicos, es seguro que no conocía la cantidad de revistas que se publican con esa orientación. La revista Aceprensa de mayo de 2024, contiene una interesante entrevista con Víctor Lapuente, autor del libro Decálogo para el buen ciudadano (Península, 2021). Lapuente es Doctor en Ciencias Políticas y profesor en la Universidad de Gotemburgo, en Suecia. Quizás su distancia actual con España le permita juzgar con más objetividad la temperatura política de nuestro país.

El entrevistado recuerda como en su juventud escuchó decir que "más que buscar una revolución fuera, busquemos hacer una revolución en nuestros corazones". Reconoce que entonces no entendió esa frase, pero que hoy comprende que el mal no se encuentar fuera de nosotros, sino en el interior de las personas. Esta advertencia es especialmente importante en un sistema democrático, cuyo objetivo no es otro que hacer posible la convivencia entre ciudadanos con distintas historias, pensamientos e intereses.

Resulta tópico afirmar que los políticos en España no favorecen la convivencia sino el enfrentamiento, pero el entrevistado recuerda que son los ciudadanos los que eligen a sus representantes y que estos emanan de la propia sociedad: "Premiamos al político ocurrente -explica- en vez de apostar por la sensatez" (pág.16). El clima político partidista "enfatiza la idea de que los opositores son enemigos" y genera "una sensación que inicialmente fue de enfado y ahora es de hastío, que es peor" (pág.17).

Comparto la advertencia que hace el autor acerca de "una derecha sin los principios cristianos de moderación", mencionando a Berlusconi o a Trump. Los hombres que inspiraron la democracia cristiana hoy son un recuerdo lejano (pág.18). Lapuente sugiere como antídoto contra el extremismo inculcar desde el hogar "la honestidad para actuar en conciencia", y para favorecer el desarrollo de la personalidad recomienda leer a los clásicos de la literatura universal (pág.18).

El autor detecta un cierto revival de la espiritualidad en la cultura. No hay que confundir la espiritualidad con la religión; espiritual es todo aquello que no se compra con dinero y pone como ejemplo al ecologismo, pero también habría que pensar en los importantes movimientos de solidaridad internacional como pueden ser Médicos sin Fronteras, la Cruz Roja o Caritas Internacional, que constantemente llaman nuestra atención sobre los afectados por las guerras o los desastres naturales.

Lapuente señala como en Suecia, "un país más bien agnóstico, existe una gran apertura mental para hablar de Dios y de la religión, incluso en una facultad de Ciencias Políticas. En España -sospecha- es probable que si hablas de estas cosas te echen inmediatamente calificándote de ultra" ; y concluye afirmando que "un mundo tan expuesto necesita volver a la espiritualidad, sin necesidad de adscribirla a ninguna religión en particular" (pág.19).

Juan Ignacio Encabo Balbín