Para el profesor de filosofía de la Universitat Autónoma de Barcelona, Joan-Carles Mèlich (Barcelona 1961), el escenario de la existencia humana habitualmente es un sencillo “drama humano”, de ahí que todo se presente problematizado y pesimista en este ensayo antropológico.
De todas formas, y una vez captado el modo de pensar de este autor, el libro se va convirtiendo en un trabajo importante lleno de ideas de fondo y de sugerencias de un gran interés. Por ejemplo, casi sin darse importancia hace unas llamadas al hombre contemporáneo muy sugerentes: “serenidad y no darse importancia” (25). A lo que añadirá enseguida: “el yo no es el dueño de su propia casa” (30).
Respecto a la virtud de la prudencia, “auriga virtutum” para los clásicos, Mèlich no dejará de recordar la importancia de ser “confiados con los demás”, pero evitar la “confianza a ciegas” o ingenua, que sería imprudencia (43).
Precisamente, la reflexión filosófica de Platón entre lo material y lo inmaterial (80)), pasará a san Agustín en su célebre reflexión entre “el hombre interior y el hombre exterior”. Lógicamente, esto le llevará a preguntarse por qué hay que viajar hacia el interior: “porque donde está la verdad, se encuentra Dios” (82).
Especialmente lucidas me han parecido las llamadas a la autenticidad (90), pues sin realismo y trasparencia, no puede haber verdaderas relaciones humanas, ni amorosas ni de amistad. Sería tanto como tener un robot de compañía para entretener la existencia o engordar conocimientos. De hecho, nos recuerda el autor, que para el kantiano alemán Casssier, el hombre sería un animal simbólico (96).
Un poco más adelante y continuando con la veracidad y la autenticidad, nos recuerda Mèlich, con acentos trágicos: “¿Cuánta realidad es posible soportar?”. Esto nos preguntará después de afirmar que “mundo y realidad no son lo mismo” (122). O como dirá enseguida: “conozco la existencia de Dios a través de mi indigencia” (123).
Otra faceta importantísima de este trabajo, como un ensayo dentro de este ensayo, es la relación entre moral y autoridad de la tradición que desarrolla ampliamente y con solvencia (129).
También me ha gustado mucho las páginas dedicadas a la soledad y la concentración para pensar los grandes asuntos de la vida (183), precisamente en un clima de lectura y relectura de obras clásicas (142).
Finalmente, añadirá unos textos de Heidegger acerca de “construir, habitar, pensar” que le convienen a muchos de nuestros contemporáneos (248).
José Carlos Martín de la Hoz
Joan-Carles Mèlich, El escenario de la existencia. Ensayo sobre el drama humano, Tusquets editores, Barcelona 2025, 316 pp.