Pienso que el lenguaje es uno de los más admirables dones o atributos que posee nuestra naturaleza humana. El estudio del origen, de las características y de la evolución de cualquiera de los idiomas y dialectos que han sido o que son vehículos de comunicación entre las personas es una tarea fascinante, pero llena de misterios, interrogantes y sorpresas. Pensemos, por ejemplo, en la etimología y en la historia de las palabras, bien sean nombres comunes, bien sean topónimos, antropónimos o patronímicos…; o en el origen y el significado de frases hechas, refranes, aforismos, sentencias…

El Diccionario de la Real Academia Española define así el sustantivo epónimo: "Dicho de una persona o de una cosa: que tiene un nombre con el que se pasa a denominar un pueblo, una ciudad, una enfermedad, etc.". Un ejemplo que se suele poner es la prenda llamada rebeca, cuyo nombre que tiene el origen en la que llevaba la protagonista de la célebre película de Alfred Hitchcock; otro es quevedos para referirse a un tipo de gafas como las que al parecer usaba el gran escritor Francisco de Quevedo y Villegas.

Javier del Hoyo en Epónimon (Planeta, Círculo de Lectores) nos ofrece, de un modo pedagógico, ameno y bien estructurado, un gran número de ejemplos de epónimos, cuyo origen es muy variado: la cultura grecorromana, la pedagogía, la zoología y la botánica, el deporte, las costumbres culinarias y las folclóricas y castizas, los negocios y el dinero, la moda, la ciencia, la Biblia y las tradiciones hagiográficas cristianas, la mitología…

Y así, por poner algunos ejemplos, el lector aprende que arlequín tiene su origen en un personaje de la Commedia dell'Arte italiana, cuyo nombre procede a su vez de Hellequin, un diablo de la literatura francesa; o que la palabra bechamel o besamela tiene su origen en Louis de Béchameil, cocinero de Luis XVI, en Francia, que fue el inventor de este alimento; o que campana, procede de vasa campania –'vasos de Campania'–, por el sitio de Italia donde se fabricaban; o que cereales y cerveza tienen un origen común: Ceres, la diosa romana de la agricultura; o que las hermosas dalias reciben el nombre de Andreas Dahl, botánico sueco del siglo XVIII; o que el guiñol, que tanto nos gustaba de pequeños, procede del teatro parisino Grand Guignol; y que el sanjacobo era un alimento típico de los albergues del Camino de Santiago… Un libro muy adecuado para todos los que tengan curiosidad por conocer los avatares y las entretelas de nuestro idioma común.

Luis Ramoneda

Javier del Hoyo. Epónimon. Ed. Planeta, Círculo de Lectores. 2016