Esclavos de la mentira

"La verdad os hará libres"

leemos en el Evangelio, y durante siglos quienes se han encontrado con esas

palabras han tenido una ocasión de reflexión: ¿Por qué es tan importante la

Verdad para mi libertad? Ser libres es vivir con sentido, y es difícil conocer

el sentido de la vida si no se conoce el principio y el fin de la existencia de

los hombres. Quien nos engaña dificulta nuestro camino. Quien nos oculta la

realidad nos deja ciegos para elegir. Sin una visión trascendente de la

existencia humana nos quedamos en lo superficial, en lo material, y podemos

llegar a pensar que nos hace felices el placer.

 

No creo que sea ninguna

temeridad asegurar que algunos políticos prefieren un pueblo torpe, sin

formación, sin conocimientos intelectuales. El "pan y circo" de los romanos,

traducido a futbol y tertulias televisivas de la más baja estofa.

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No les interesa que conozcamos la verdad y

nos la ocultan, y no deja de ser un poco triste la escasísima capacidad de reflexión

de mucha gente para buscarla. De manera que se tragan la mentira sin

miramientos.

 

Samuel Jonhson,

ya en el siglo XVIII, escribía: "En los tiempos en que vivimos abunda una

curiosa raza de mentirosos que se sienten muy satisfechos por la capacidad que

tienen para mentir, y por un peculiar orgullo de saber con qué facilidad pueden

engañar a los demás, aunque no tengan ningún beneficio de ello".

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Se ve que es raza antigua y que pervive. Pero

a nadie le gusta que le engañen. Si sorprendemos a un amigo que nos ha dado

gato por liebre o nos ha contado una trola para justificarse, nos entristecemos

y tendemos a perder su confianza. Nos molesta, nos duele. Que nos engañe un

truhan en un mercado no nos gusta, pero podríamos contar con ello. Que nos

engañe un familiar muy cercano nos desarma, no lo esperábamos. Sin embargo

parece que a muchas personas no les molesta que los políticos les engañen.

 

Oscar Wilde, con su ironía habitual,

consideraba la conveniencia de publicar "una cartilla breve, ‘

style='mso-bidi-font-style:normal'>Cuando mentir y como’, y se sacara en el

formato atractivo y no excesivamente caro; sin duda alcanzaría una gran venta y

resultaría de auténtico provecho práctico para muchas personas serias y

reflexivas". Si todavía no se ha

publicado será por superfluo.

 

Las bromas son habituales,

pero mentir, engañar a una persona, es ir directamente contra su dignidad. Y

engañar públicamente es burlarse, o intentarlo, de la mayoría de la gente. ¿Es

posible quedarse impasible ante los engaños? Conformarse con la mentira no es

sólo descubrirla ante nosotros sin inmutarnos. Conformarse es no tener espíritu

crítico, no reflexionar. Es leer indefectiblemente el mismo periódico siempre,

ver el mismo telediario siempre, consultar en las mismas webs siempre.

 

Se puede decir entonces que

una persona así es esclava de la mentira, porque no busca, no compara, se fía

de una sola fuente, cuando la realidad es bastante compleja y necesitamos de

puntos de vista variados. Fiarme de mi madre, de mi conyugue, de mi amigo, es

lógico. Sería la vida muy dura sin confianza. Pero fiarme de los medios es

lógico sólo a medias. Cada uno tiene su punto de vista y yo debo buscar lo

objetivo. Nos hace libres la Verdad y es nuestra responsabilidad buscarla. La

peor dictadura es la de la mentira.

 

 

Ángel Cabrero Ugarte

C.U. Villanueva

 

Wilde, O. (2009)

href="">

style='mso-bidi-font-style:normal'>La decadencia de la mentira

, Madrid,
Siruela,

Johnson, S. (2010)

href="">

style='mso-bidi-font-style:normal'>El patriota y otros ensayos

, Madrid,

El buey mudo