Evolución: manipula que algo queda



En las últimas semanas hemos vivido dos episodios de manipulación
informativa con motivo de la visita del Papa a Baviera, que deberían hacerse
constar en los anales del periodismo. Uno pasó desapercibido, el otro sigue
coleando entre los países musulmanes. Me voy a referir únicamente al que ha
pasado desapercibido porque el otro es tan evidente que no necesita comentario.



La prensa española se inventó un
titular de lo más pintoresco sobre los comentarios del Papa acerca de la
naturaleza del Universo. Para los periodistas ( vamos
a pensar que ignoran la doctrina y que no están motivados por otros intereses)
un mundo dejado al azar y a la evolución de las criaturas guiadas irracionalmente
por ese mismo azar se convierte en "El Papa tacha la teoría de Darwin como
irracional", cito textualmente. Una cadena de radio decía que "El Papa dice en
Baviera que la evolución es irracional". Muchos católicos nos quedamos
perplejos. Una vez saltado el principio de veracidad y de contraste de la
información, aquí vale todo, con tal de dar la imagen de un Papa anclado en el
medievo. Lo malo es que darle vueltas otra vez al tema de la evolución,
francamente, ya cansa.



De evolución a evolucionismo hay un
trecho considerable. La primera es una teoría que goza de la aceptación unánime
de la comunidad científica, aunque naturalmente desde 1859, fecha en que fue
publicada, haya sido revisada y puesta al día, pero que la Iglesia ha aceptado porque entiende
que Creación y evolución son respuestas a preguntas distintas que pertenecen a
niveles cognoscitivos y ontológicos diferentes: la evolución es un concepto
empírico que confirma que las cosas existen en el espacio y en el tiempo; la
creación es un concepto teológico, metafísico, que se pregunta sobre la causa
radical y el fin de toda la realidad.



En paralelo, el evolucionismo es una
reinterpretación de la teoría de Darwin de origen materialista, es una nueva
ideología, casi con matices religiosos, que explica cualquier realidad, sea la
que sea, incluso el origen del universo, a través de una derivación de la
evolución. Por tanto, la creación, tal y como se entiende en el Cristianismo,
no tendría sentido y un Creador, aun menos.



La Iglesia lo ha explicado hasta la
saciedad pero de vez en cuando salta a los rotativos como si se quisiera asimilar,
una y otra vez, la doctrina católica al creacionismo bíblico fundamentalista de
origen protestante. En 1986, hace veinte años, Juan Pablo II describía a la
ideología evolucionista así: "la verdad de fe sobre la Creación se contrapone de
manera radical a las teorías de la filosofía materialista, las cuales
consideran el cosmos como resultado de una evolución de la materia que puede
reducirse a pura casualidad y necesidad". ¿Acaso no se parecen a las palabras
de Benedicto XVI en Baviera?



Ratzinger ya predicaba en 1983 que
"el curso de la naturaleza se rige por las leyes naturales creadas por Dios.
Dios no se deja llevar por el capricho". Es precisamente la fe en un mundo
racional lo que ha animado la investigación científica, lo que ha impulsado las
universidades y lo que nos lleva a seguir indagando en la naturaleza para
descubrir sus múltiples facetas.



Sí, señores periodistas, el mundo es
racional, emanado de Dios ("emmanatio
totius entis a Deo
", según Sto. Tomás), cuyas criaturas evolucionan
biológicamente, como descubrió Darwin, y cuyas leyes son susceptibles de
descubrirse mediante la investigación. Así de simple y así de complejo, pero no
tiene nada que ver con sus titulares de prensa.




Carlos Segade


Profesor Titular
del Centro Universitario Villanueva




Para leer más:


Creación y
Pecado, Joseph Ratzinger


http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=3543


Introducción al
Cristianismo, Joseph Ratzinger


http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=3366


El Camino
Pascual, Joseph Ratzinger


http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=3398