Familias numerosas

Un concepto que puede parecer, en ciertos ambientes, desaparecido. Pero ahí están, no pocas, en ambientes generalmente cristianos, aunque no solo. Familias numerosas que llevan consigo una comprensión natural del matrimonio. Lo otro, con gran frecuencia es antinatural. Es indudable que no podemos juzgar a nadie por las apariencias. Hay matrimonios que hubieran deseado tener muchos hijos, pero no han llegado, por motivos a veces desconocidos y otras veces perfectamente explicados por los datos médicos.

Hoy predominan otras actitudes en las parejas. A propósito digo “parejas” y no matrimonios, para generalizar un poco más, porque muchos que viven juntos ni siquiera están casados y normalmente no es que no quieran familia numerosa, es que no quieren tener hijos. Por lo tanto utilizan diversos métodos antinaturales para mantener la relación sexual sin procreación. Esto hoy está  a la orden del día.

Es antinatural. Lo natural es la unión íntima de marido y mujer. Eso lleva normalmente a tener hijos. Normalmente; luego vienen las circunstancias diversas por los que tardan más o menos en llegar o no llegan nunca, a pesar de buscar soluciones médicas. Pero el matrimonio abierto a la vida, sin restricciones, es manifestación de auténtico amor, al esposo o a la esposa, a Dios y a la sociedad en que vivimos.

Lo contrario, la relación sexual no abierta a la procreación es egoísmo. Como tal, tiene pocas posibilidades de continuidad. Lo que vemos con mucha frecuencia es capricho y egoísmo de tener placer, sin más. Por eso es cada vez más frecuente que muchos, aunque convivan, no se casen. En realidad es evitar las problemáticas que lleva consigo el divorcio. De manera que cada vez hay menos bodas. En Occidente en general y aquí entre nosotros.

No se casan, conviven. Egoísmo. Se casan y tienen hijos, amor. Amor que es entrega, generosidad, pensar en ella, en él, y en los hijos; los que hay y los que vengan. Y, por lo tanto, siempre, amor de Dios. No hay personas que vivan una vida totalmente cristiana y que no quieran tener hijos. Porque es antinatural y, por lo tanto, sería anticristiano.

Y vuelvo a recordar: no podemos juzgar a nadie, porque las causas por las que una pareja -sobre todo si podemos hablar de matrimonio- no tienen hijos no las conocemos. Porque puede haber problemas diversos, y los hay, con cierta frecuencia. Pero sí encontramos a quienes ni siquiera quieren casarse o quienes declaran públicamente que ellos “hijos no”, que es un lío.

Si hay alguna manifestación clara y notoria de planteamientos antinaturales y antirreligiosos, concretamente anticristianos, es la escasez de niños. Algunas veces las causas  son que se han casado muy tarde. Esto, sin que se lo planteen expresamente, no deja de ser una actitud de falta de responsabilidad. Si quieres casarte y además tiene con quien, cuanto antes mejor, porque luego con la edad es más problemático. O como mucho se llega a “la  parejita”. Y una vez más insisto en que no debo juzgar a nadie, porque los motivos son variadísimos para haberse casado tarde.

Da mucha alegría encontrar por ahí -la calle, los parques, la salida del cole- familias con un montón de críos. A simple vista se nota la felicidad de padres e hijos.

Ángel Cabrero Ugarte

Victoria Gillick, Relato de una madre, Rialp 1990