En este verano que he tenido la oportunidad de vivir en Centro américa y, durante mi estancia en Guatemala he tenido la suerte de conocer a muchas personas muy inteligentes y de gran categoría humana, ahora desearía referirme a los integrantes del Instituto Fe y Libertad que tiene su sede en la ciudad de Guatemala muy cercana a la Universidad Francisco Marroquín.

Fue especialmente interesantes los dos grandes encuentros que mantuve con ellos; el almuerzo con algunas personas de la Junta de Gobierno del Instituto Fe y libertad y colaboradores y, posteriormente, con un grupo de estudiantes y personas interesadas en la historia de la economía y por conocer un poco más mis investigaciones en el campo de la moral económica de la Escuela de Salamanca en el siglo XVI.

Tanto el almuerzo como la sesión académica que acabo de describir sucedieron en un ambiento cálido y lleno de gran delicadeza y atención personal. Tanto la atención a las ideas como la conexión inmediata me han hecho reflexionar sobre la importancia de seguir dando a conocer las abundantes lecciones históricas que en Europa llevamos desarrollando al respecto, pues efectivamente, apenas han llegado algunas ideas esenciales al otro lado del Atlántico.

Efectivamente, a la salida de la segunda sesión me hicieron varios obsequios como agradecimiento de las sesiones impartidas y, verdaderamente, el mejor de ellos fue la entrega del último volumen de la revista Fe y libertad que acaban de editar en este instituto, pues está prácticamente dedicado al estudio de la Escuela de Salamanca y sus aportaciones a la Historia de la economía.

Tanto en el largo viaje de avión como en los primeros días de mi regreso a España he podido estudiar tranquilamente ese volumen y, efectivamente, he podido confirmar sobradamente la impresión que había tenido en mis encuentros orales con estos estudiosos. En ese volumen se habla y mucho y muy bien de la Escuela de Salamanca pero todavía se habla con un nivel de conocimiento mediano.

La situación expuesta me parece completamente lógica puesto que nosotros que llevamos cinco siglos profundizando en la materia solo hemos podido recientemente y en el siglo XX y con la ayuda del maestro Beltrán de Heredia empezar a abordar esta ingente documentación que ha sido estudiada todavía por pocos, aunque importantes autores, como Abelardo de Vigo, José Luis Gutiérrez, Juan Belda, Melquiades Andrés y tantos autores que sería muy extenso y prolijo anotar ahora.

La conclusión es obvia, hay que seguir publicando fuentes y colaborando desde España con este Instituto y otros parecidos del mundo entero, llamados a ser focos importantes de verdadera irradiación en Centroamérica de las conclusiones a las que ya hemos llegado en Europa para que desde allí se difundan esas ideas y no solo aumenten las relaciones con los ámbitos académicos de modo que entre todos podamos aportar luces para el verdadero desarrollo de la persona humana y se alumbre una economía del desarrollo que realmente abra verdaderos  horizontes de desarrollo de los pueblos y de la dignidad de la persona..

José Carlos Martín de la Hoz