Fieles a la Iglesia

 

El prelado del Opus Dei en una reciente carta pastoral, breve pero llena de intensidad, hablaba a los fieles de la Prelatura y a todos los cooperadores y amigos sobre la virtud de la fidelidad en los diversos órdenes de la vida, fundamentando su disertación en textos de san Josemaría.

En esta fidelidad, anotaba el Prelado, que la fidelidad a Jesucristo es fidelidad a la Iglesia Santa, pues la Iglesia es la esposa de Jesucristo, que la proteger la llena de sus dones y alienta constantemente.

Es interesante descubrir, por tanto, que los recientes escándalos de algunos eclesiásticos, no son escándalos de la Iglesia que es santa, inmaculada y pura hasta el final de los tiempos, sino de ellos.

Ante el final de la persecución a la Iglesia por el drama de las víctimas de la pederastia y de los afectados, en primer lugar, hemos de rezar y acoger a los que sufrieron esa terrible lacra y, sobre todo, el escándalo pertinente que han sufrido ellos y sus parientes y conocidos.

Los medios jurídicos, pastorales y de acogida que está impulsando incansablemente el papa Francisco son muy importantes y, sobre todo, llama la atención la tenacidad en llegar hasta el final en el acompañamiento a las víctimas y, además, en la conclusión jurídica de los procesos convenientes.

Así mismo, estamos en tiempos de fidelidad a la iglesia pues evidentemente estos hechos han producido escandalo en las victimas, sus familias, la sociedad entera y eso se traduce en desconfianza de la doctrina y del ser de la Iglesia.

Evidentemente la Iglesia, ni Jesucristo tienen la culpa pues ambos son santos, sino el mal uso de la libertad por parte de algunos y, en algunos casos por la falsa prudencia del gobierno que a veces puede pecar de benevolencia ante la locura y la debilidad del hombre.

La justicia y la extrema caridad con las víctimas, y con quienes se han sentido escandalizados, junto a la aplicación de la justicia y la acogida a los culpables, son claves para restablecer la fidelidad a la Iglesia y los frutos de santidad son el camino para cerrar heridas de desconfianza con hechos que den pie a la nueva confianza que brotará de la misericordia de Dios.

La santidad personal y la unión con la Iglesia son las conclusiones de tan dolorosos hechos y un acicate para vivir con mayor fidelidad nuestro seguimiento de Jesucristo y nuestro deseo de ser buenos hijos de la Iglesia: “La fidelidad a Cristo es, por tanto, fidelidad a la Iglesia. Y, en la Iglesia, procuramos vivir y fomentar la unión con todos, particularmente con los Obispos y, de modo especial, con el Romano Pontífice, principio visible de unidad de fe y de comunión” (n.4).

José Carlos Martín de la Hoz

Mons. Fernando Ocáriz, Prelado del Opus Dei, Carta Pastoral, Roma 19 de marzo de 2022, 33 pp.