La profesora de la Universidad de Cambridge Eileen Power (1889-1940) redactó un magnífico trabajo acerca de seis personales del medievo que supieron captar el interés de la sociedad hasta nuestros días en que ha vuelto a ser reeditado.

Efectivamente la historia social puede parecer menos interesante que la historia política o militar pero realmente aporta tanto como otras metodologías para lo que se trata que es conocer cómo vivían pensaban y reaccionaban las gentes del medievo.

La lectura del trabajo nos ha recordado la obra de José Andrés Gallego, catedrático de la Universidad de Cádiz e investigador del CSIC acerca de la Francia en torno a la revolución francesa denominado “historia de la gente poco importante”, pues trataba del pueblo soberano.

En realidad, este trabajo al que nos vamos a referir nos habla de esa gente intermedia entre la de los nobles, obispos, abades y ricos comerciantes y la gente poco importante de José Andrés Gallego, pues los personajes de Eileen Power son tan importantes que han dejado suficiente documentación como para denominarlos realmente personas significativas.

En este libro y, en concreto, en estas historias de la historia social hay apuntes muy interesantes que tener en cuenta, por ejemplo, la diferencia radical de tono humano y formación entre Carlomagno y Marco Aurelio. Es decir, la diferencia entre el imperio romano, aunque fuera decadente y la larga marcha de la cristiandad hasta llegar a recuperar el nivel perdido, fue de siglos. Es más, todo apunta según Eleein Power hasta llegar el Renacimiento: casi diez siglos después de la caída.

En el trascurso de esos siglos tuvo mucho que ver la Iglesia y la educación cristiana de los fieles, pues el tiempo que se tardó en eliminar el paganismo de los pueblos germanos fue duro y difícil (60).

Es muy interesante lo que se tardó en recuperar el sentido del trabajo y en hacer desaparecer las clases sociales y los estamentos. En ese sentido fue muy importante las leyes eclesiásticas del descanso dominical (64). También influyeron mucho los “missi domini” que visitaban pueblos y ciudades en nombre del rey impartiendo justicia por las naciones (154).

Respecto a la vida religiosa retratada en el caso de la abadesa cisterciense Eglatina hay que reconocer que la vida religiosa no era fácil y, ciertamente, a lo largo de tantos siglos y en tantos lugares de Europa, se dieron muchos ejemplos de santidad y, desgraciadamente, algunos malos ejemplos y pérdida de categoría espiritual (149). Pero siempre fueron más los buenos ejemplos que los malos, sino habrían desaparecido esas instituciones.

José Carlos Martín de la Hoz

Eileen Power, Gente medieval, A. Machado Libros, Madrid 2023, 322 pp.