Guerras de religión

 

Fabián Alejandro Campagne, nos ofrece como editor un conjunto de trabajos desarrolladas por profesores argentinos sobre la pre-ilustración europea y las guerras de religión que asolaron Europa durante los siglos XVI-XVII. La obra tiene un gran interés, tanto por el enfoque, como por los temas escogidos y, sobre todo, por conocer de primera mano las apreciaciones de los historiadores situados al otro lado del Atlántico.

La cuestión central del trabajo es "el irrefrenable deseo de extirpar la disidencia religiosa" (10). Es decir, el intento de lograr la unidad de la fe rota tras la aparición de Lutero y la consiguiente atomización de las confesiones religiosas en Europa, todas ellas vistas con el ángulo de la "imposición de una uniformidad religiosa"(10).

En el desarrollo de la cuestión se demuestra fehacientemente, mediante los textos aportados, que cada una de esas confesioness separadas pretendía ser la única y verdadera Iglesia fundada por Jesucristo.

Aunque la Inquisición y los métodos inquisitoriales no tienen defensa alguna, pues nadie puede ser juzgado por sus ideas y, por tanto, solo queda pedir perdón por el uso de la violencia para defender la fe, si habría que matizar las expresiones de Campagne cuando afirma que fue "la persecución de una ferocidad y una brutalidad inusitadas" (13), dejándolo en una manera errónea de defender la fe, tan grave como la practicada por las sectas protestantes entre sí.

Resultan de un gran interés las poesías del francés Reinard en pleno siglo XVI desenmascarando a los autores protestantes que destruían la continuidad de la fe y de la tradición de siglos en aras a una interpretación exclusiva del evangelio y " se indignaba con aquellos que se jactan de ser los 'verdaderos hijos de Dios' y, a la vez, son los 'furiosos' que violentan los templos sagrados, saquean ciudades, asesinan y desobedecen a los reyes. Inmediatamente exhortaba -dirigiéndose específicamente esta vez a Teodoro de Beza- que 'no predicara un Evangelio armado, un Cristo de fuego, que alentaba la sedición" (231). A lo que añadía que la "discordia no es amiga de la divinidad". En su tercer poema de  1562, Reninard "aludía a la diversidad de Iglesias como uno de los factores principales para explicar las escasísimas conversiones al cristianismo por parte de los infieles judíos y mahometanos" (232). Así terminará centrándose en "el rechazo del individualismo exegético protestante a partir de la defensa de la tradición histórica" (233).

El trabajo de Agustín Méndez sobre la imposición del anglicanismo en Inglaterra a sangre y fuego es buena muestra de la uniformidad de la fe como base del reinado y su estabilidad, en tiempos de Isabel I (293).

Finalmente, merece la pena reseñar, por su gran interés, el trabajo de Fernando Di Iorio titulado "juzgando jueces: una mirada luterana sobre el Sínodo de Dordrecht (1618-1619)". En ese Sínodo se reafirmaron la ortodoxia y desde entonces formaron un triduo confesional calvinista junto con las dos Confesiones Helvéticas (1536, 1566) y el Consenso de Zurich (1549). "La doctrina arminiana o remonstrante fue consecuentemente condenada por herética. Quienes la defendieron fueron expulsados de sus cargos y su principal soporte político fue ejecutado" (301). El autor asimismo desarrolla documentadamente lo que denomina "hipocresía de la tolerancia" (319).

Queda pues claro, como el tiempo ha demostrado, que solo el camino de la oración, la coherencia de fe y vida y la persuasión son los caminos adecuados para mostrar la verdadera Iglesia de Jesucristo.

 

José Carlos Martin de la Hoz

 

Fabián Alejandro Campagne, Poder y Religión en el mundo moderno. La cultura como escenario del conflicto en la Europa de los siglos XV a XVIII, ed. Biblos, Buenos Aires 2014, 422 pp. 9789876912549.