Aprovechando la reclusión por motivos sobradamente conocidos de todos, he podido dedicar un tiempo extenso a elaborar una guía docente sobre la asignatura de historia de la Iglesia moderna y contemporánea. A lo largo del trabajo han brotado algunas ideas que me parece conveniente compartir.

En primer lugar, parece importante recordar que la historia de la Iglesia es historia y por tanto se elabora con métodos históricos, lo más objetivo posible y se hace con documentos, visitando Archivos, es decir, con una investigación seria.

Inmediatamente, añadiría que conviene siempre respetar el orden cronológico y explicar la historia de la Iglesia en el mundo moderno y contemporáneo, después de haber impartido la Arqueología, la Patrología y la Historia de la Iglesia Antigua y Medieval.

Indudablemente, hay que tener siempre en cuenta que actualmente, más que nunca, nuestros alumnos necesitan caer en la cuenta de cómo Dios respeta exquisitamente nuestra libertad y a la vez, cómo amorosamente nos mantiene, con la asistencia del Espíritu Santo, en el camino de la búsqueda de la verdad.

Asimismo, es importante descubrir tanto a la hora de preparar las clases como de recibirlas que la historia de la Iglesia es no sólo historia, sino también fe: parece conveniente mostrar cómo los cristianos de hoy seguimos creyendo lo mismo que los primeros cristianos, lógicamente sostenidos por la fuerza de la fe, la guía del Espíritu Santo y el magisterio del Santo Padre y de los obispos del mundo entero en comunión con él.

Por supuesto, es muy importante subrayar que la Iglesia no está identificada con ninguna cultura, raza o sistema de pensamiento, sino que, a lo largo de la historia, el Espíritu Santo ha ido fecundando todas las culturas y todos los pueblos, para formar una sola Iglesia bajo un solo Pastor.

Finalmente, conviene recordar que, aunque la Iglesia sea santa por su Fundador que era santo, por su origen, puesto que “manó del costado abierto de Cristo” según afirmaba san Juan Damasceno y otros Padres de la Iglesia y porque ha habido santos en todas las épocas de la historia de la Iglesia, está compuesta por hombres. Es decir, que los hombres fallan, se equivocan y rectifican.

Es importante, aprender de los errores de los cristianos, aunque también es importante situar los problemas en sus coordenadas espacio temporales, de modo que los alumnos puedan objetivar los errores que los cristianos hayan podido cometer, purificar la memoria y aprender las lecciones de vida que la historia encierra.

Lógicamente, conviene enseñar a descubrir las manipulaciones de los enemigos de la Iglesia al utilizar hechos históricos convenientemente deformados, con el fin de provocar desconfianza en Dios y en la Iglesia. Conviene mostrar a los alumnos que la historia de la Iglesia también es teología y también es fe. Es importante enseñar, con ejemplos concretos, a descubrir la acción de Dios en el mundo y su amorosa providencia.

José Carlos Martín de la Hoz