Magnífica exposición la que se puede visitar en el museo del Prado hasta el 2 de julio, con cuadros de procedencia variada, tanto de colecciones estatales como privadas. Guido Reni (Bolonia, 1575-1642) es uno de los pintores italianos más destacados del siglo XVII. Discípulo de Calvaert, artista flamenco afincado en Italia, y de los Carracci, en su Bolonia natal, estuvo en Roma en dos periodos (1601-1603 y 1607-1610) y allí se consolida la admiración por Caravaggio, pero sobre todo por Rafael y los clásicos del Alto Renacimiento. La estancia del pintor en Nápoles (1620) tuvo una importante repercusión en los artistas de la zona.

En vida, logró un notable y merecido aprecio en Italia y en el resto de Europa, y tuvo a numerosos imitadores. Esta admiración decae en el siglo XIX, pero se recupera desde mitades del siglo XX. Las mutuas influencias se pueden valorar al contemplar algunos de los cuadros expuestos junto a los de pintores contemporáneos de Reni –de las colecciones del Prado–, como Ribera, Tiziano... En la exposición, figuran obras de grandes proporciones junto a cuadros de pequeño tamaño, pero, en cualquier caso, de una gran perfección, por la delicadeza, el equilibrio y el lirismo que reflejan.      

Su captación de la belleza, sobre todo del rostro humano, transmite serenidad y una elevada percepción antropológica, que se aprecia especialmente en los cuadros dedicados a Cristo, a la Virgen, a algunos santos y santas, o en rostros de personas ancianas. También hay pinturas de temas mitológicos.

Una ocasión única de acercarse a uno de los grandes, en un recorrido que abarca todas las etapas artísticas del pintor.

 

Luis Ramoneda