Hacia una eclesiología de comunión

 

Ediciones Encuentro ha tenido el acierto de editar juntos los artículos publicados por Joseph Ratzinger en la revista Communio a lo largo de su dilatada historia. Una revista que nació como respuesta a los problemas teológicos que surgían después del Concilio Vaticano II y como aplicación del Concilio a la vida teológica en el mundo entero.

Precisamente, con motivo de los veinte años de la revista, en 1992, escribía Raztinger unas lineas en Communio explicando los objetivos que se trazaron en su comienzo y los problemas que encontraron en su realizacion (pp. 116-132). 

Respecto al nombre de Communio comentaba: “nosotros pensabamos que el significado del termino Communio exigía una reciprocidad de unidad y diferencia” (p.121).

Además, señalaba después: “la comunión con Dios no puede ser vivida sin una preocupación real por la comunidad de los hombres” (132)

Entre los teólogos que comenzaron esa aventura: Bouyer, Medina, De Lubac, Eatzinger, Le Guilleu,  hemos de resaltar el reconocimiento de Joseph Ratzinger a Hans Urs von Balthasar, manifestado de muchas formas y que puede traslucirse en la Homilia pronunciada por el cardenal Ratzinger en el funeral del cardenal difunto. Tomando pie del conocido texto del evangelio de Juan: “Esta es la vida eterna:  que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo“(Io 17,3). Comentaba: “La vida eterna no es la vida que viene después, pues si así fuese, no sería eterna. Es la única y verdadera vida. Vivimos cuando le conocemos. A Balthasar le interesaba el conocimiento que es vida, la vida. Él mismo era un viviente, y en consecuencia, alguien que da, pues la vida crea y se da constantemente” (p.71). Y, poco después añadía: “Balthasar ha creado la expresión ‘Kniende Theologie’ (teología postrada, arrodillada): sabía que la teología está tensada entre los abismos de la obediencia y del amor humilde. Sabía que solo puede hacerse teología a partir del contacto con el Dios viviente que se produce en la oración. Precisamente porque sabía que Dios es más grande que todo nuestro pensamiento y nuestro corazón, se entregó al Dios encarnado y concreto, que en el rostro humano de Jesucristo nos parece más infinito y más grande que en las negaciones de la mística amorfa, la cual, a fin de cuentas, permanece en lo propiamente humano” (p.73).

Son muy interesantes las aportaciones de Joseph Ratzinger desde los artículos aquí recopilados, con serenidad científica y con apasionado amor a la verdad, aporta muchas luces de lo que fue la historia de la teología en el final del siglo XX. Desde el amor a la verdad seguiremos alumbrando los problemas nuevos en un ambiente de comunión con Dios y entre nosotros, en la Iglesia de Jesucristo.

 

José Carlos Martín de la Hoz

 

Joseph Ratzinger, Communio. Un programa teológico y eclesial, ed. Encuentro, Madrid 2013, 390 pp.