Historia de la novela histórica

          El catedrático de la Universidad Complutense y gran especialista en la antigüedad clásica, nos ofrece un ambicioso trabajo acerca de los orígenes de la novela histórica. Un género literario que goza de muchos lectores en la actualidad.

          Junto con una delimitación del género literario; posibilidades y dificultades, realizará un recorrido por las grandes novelas históricas de la historia de la literatura universal.

           Es interesante sus indicaciones acerca de cómo “Reconstruyen un marco histórico al efecto, y no solo es la peripecia de los actores, sino el mismo decorado, lo que está diseñado para la seducción” (17). Pero, señala inmediatamente: “El interés de una novela no viene dado por su fiel reconstrucción de los decoarados y marco histórico, sino por su interés dramático y su calidad literaria, evidentemente” (19)

            Así pues para el autor: Lo que llamamos novela histórica es una ficción implantada en un marco histórico” (21). De ahí que: “Las novelas históricas tienden a recrear con predilección ciertas épocas del pasado, sentidas como especialmente significativas y críticas. También este rasgo debería ser considerado” (21). Y, señala que los personajes “están representados con una familiaridad y una aproximación sentimental que el historiador no puede permitirse” (23).

            Para  García Gual , la primera gran novela histórica sería “Quéreas y Calírroe”, escrita por  Caritón en el siglo I, aunque su aventura es de siglos atrás.

            Asimismo, recordará la  “Vida y hazañas de Alejandro de Macedonia (siglo IV a. C.)” del Pseudo Calístenes, escrito a comienzos  del siglo III, donde “los escenarios geográficos son meros decorados del drama histórico y la carrera heroica del protagonista” (50).

            De ahí da un salto a las “Aventuras de telémaco” de Fenelón (siglo XVII), novela  llena de anacronismos. Seguidamente se centrará en  “Los mártires del cristianismo” de Chateaubriand, precursor del “Quo vadis?” De Sienkiewicz y del  “Ben-Hur” de Wallace.

            Como el género de novela histórica se suele situar en el Romanticismo del XIX, nuestro autor estudiará los trabajos de Walter Scott, “Los últimos días de Pompeya” de Bulwer y el  “Mario el Epicuro” de Walter Pater.

            Seguidamente analizará la disputa teológica, cultural e intelectual de Kingsley, profesor de historia de Cambridge y Pastor Anglicano  con su vida de “Hipacia” y las obras que la contrarrestan: el libro de “Fabiola”  de Wiseman y “Callista” de Newman.  Finalmente tratará el “Juliano el Apóstata” de Merejkovski.            Terminará afirmando que en el siglo XX ya no interesa esa disputa, es más “ya no hay un debate de fondo en casi ninguna” (240) , es decir, que en el siglo XX hay “un cierto agotamiento de la novela histórica realista y arqueológica” (239).

            El trabajo termina con sencillez: “me ha atraido más la arqueología, en el sentido de atender más a las génesis de los relatos novelescos más destacados y su contexto cultural e histórico, que la teoría crítica y literaria que en un principio había pensado precisar y desarrollar” (291).

 

José Carlos Martín de la Hoz

 

Carlos García Gual, La antigüedad novelada y la ficción histórica, ed. Fondo económico, México 2013, 425 pp.