Historia de la Tolerancia

 

La génesis del libro que ahora deseamos comentar está ampliamente descrita por su coordinador y “alma mater” del proyecto, el catedrático de Historia Moderna de la Universidad Autónoma de Barcelona, Ricardo García Cárcel, en las primeras páginas del trabajo (9 11), quien ha sabido descubrir las amplias raíces y matices de la tolerancia en una sociedad que desde el siglo XVI se va a convertir progresivamente en plural hasta llegar a la actualidad donde ya la historia de las generaciones es casi movimiento y vida.

El Profesor García Cárcel ha logrado sumar muchas cabezas históricas de diversas áreas, basta con leer el índice para descubrir un proyecto iluminador e inspirador,  especialmente de la Moderna Inquisición que es su tema de investigación de toda la vida, y gracias a su férrea constancia, hábitos de trabajo y capacidad de convocatoria alumbrar muchas facetas sobre la tolerancia que quedan expuestas con mayor o menor fortuna y profundidad a lo largo de estas páginas, pues algunos son historiadores jóvenes y otros menos jóvenes, pero poco profundos para entender el catolicismo en cada etapa de la historia.

Indudablemente, los trabajos que ahora presentamos afloran del Evangelio cuando el Señor les dice a sus discípulos que no deben arrancar la cizaña que crece junto al trigo, es mejor esperar a la siega y distinguir los frutos buenos de los malos. Estrictamente, entre el bien real y el bien aparente que es mezcla de bien y mal (21).

Evidentemente, la tolerancia en el seno de la Iglesia católica, como explica García Cárcel, se concreta en que la fe católica no se puede imponer, ni tampoco exigir, ni pedir cuentas de conciencia, sino que sólo la persuasión mediante la oración, el buen ejemplo y la amistad podrían propiciar la conversión de los cristianos y de las almas en general. En definitiva, vivir a la letra las palabras del Señor: “nadir viene a mi si el Padre no le atrae” (Io 6,37).

De este principio de tolerancia y de la profundización en el concepto de dignidad de la persona humana, procede ahí la condena de la Iglesia Católica del uso de la violencia para defender la fe o para mantenerla en el caso de los tribunales inquisitoriales, como hizo Juan Pablo II el 12 de marzo de 2000 en Roma, cuando pidió perdón por los pecados de todos los cristianos de todos los tiempos y especialmente por el uso de la violencia para defender la fe.

De hecho, recordará inteligentemente el profesor García Cárcel “que la intolerancia no empieza ni acaba con la Inquisición, y que esta no es connatural a España o, lo que es lo mismo, no puede identificarse Inquisición con España por más que tantas veces se haya repetido” (25).

Precisamente, porque la vida mística castellana es plenamente libre y decidida a corresponder a la gracia, está indicando que los grandes frutos de la santidad se dan en la libertad y en el trato con el Espíritu Santo.

José Carlos Martín de la Hoz

Ricardo García Cárcel (ed), Historia de la tolerancia en España, ediciones cátedra, Madrid 2021, 421 pp.