Historia ecuménica

 

La reciente publicación histórica del profesor Santiago Madrigal Terrazas, miembro de la Comisión de Relaciones interconfesionales de la Conferencia Episcopal Española y profesor de teología ecuménica, en la Biblioteca de Autores Cristianos, sobre el reformador Martín Lutero, desea presentar al mundo teológico en lengua española un trabajo de síntesis acerca de las conclusiones sedimentadas en este año conmemorativo del reformador que acabamos de conmemorar.

Es interesante, comprobar que el profesor Madrigal ha logrado exponer la verdadera y equilibrada historia de Lutero desde el ángulo y la perspectiva ecuménica, en la que, sin faltar al rigor de la verdad histórica, ha recogido todas las sensibilidades y ha tratado con delicadeza a tan importante personaje.

Podemos decir, que ha recogido el sentir de dos tradiciones la católica y la luterana para el V centenario conjunto de las tesis de Wittenberg, y el resultado es que el Lutero que nos había dado a conocer el profesor García Villosldada en sus dos famosos volúmenes publicados por la BAC son bastante acertados.

De hecho, en las primeras páginas de este interesante capítulo, el profesor Madrigal realiza un rápido recorrido de la vida de Lutero recordando su nacimiento (1483), su rebelión (1517) y su muerte (1546). Tres hechos sucedidos en la localidad de Eisleben, tan cerca de Wittenberg. Inmediatamente recordará que en las últimas palabras antes de expirar había hecho desaparecer toda mediación, para centrarse una y exclusivamente en la figura de Cristo y su “teología crucis” (9).

Inmediatamente recordará que en esas palabras finales incluyó, en segundo lugar, ya unas palabras que están presentes en Wittenberg y que serán recurrentes en sus escritos, sermones y panfletos; el durísimo ataque al Santo Padre, al que vuelve a considerar el anticristo.

De este modo, el profesor de teología ecuménica Madrigal terminará de describir una muerte que rompía en parte (mantuvo la vieja fórmula latina del ars moriendi al repetir por tres veces de” en tus manos encomiendo mi espíritu”) con la tradición católica de siglos y que según la narración ecuménica de la muerte del reformador es la siguiente: “no hubo en esa última hora ni unción de enfermos, ni invocación a los santos, ni rezo del rosario. Como observa H. Schilling, la muerte de Lutero, tal y como fue divulgada en los informes de los testigos oculares, constituye una parte de la Reforma al igual que el anuncio de las tesis acaecido años antes” (10).

Enseguida, nos viene a la cabeza la vieja afirmación del vía crucis tradicional del pueblo cristiano, recitado en cuaresma en iglesias, parroquias y ermitas del mundo entero y en todas las lenguas y culturas: “se muere como se ha vivido”. En este caso, nos señala el profesor Madrigal que, además, murió en público, rodeado de muchos que dieron fe de lo que sucedió externamente, pues por dentro sólo lo conocen Dios y Lutero.

José Carlos Martín de la Hoz

Santiago Madrigal Terrazas, Lutero y la Reforma. Evangelio, justificación e Iglesia, ediciones BAC, Madrid 2019, 354 pp.