La historia es lo que nos cuentan los historiadores, de ahí la importancia de que estos sean investigadores competentes y honrados, para que no nos den gato por liebre. Dice el hispanista norteamericano Stanley Payne, experto en la historia de España del siglo XX, en la interesante entrevista de Ignacio Uría, para la revista "Nuestro Tiempo" (primavera de 2017) de la Universidad de Navarra: La verdadera historia siempre tiene cierto componente de revisión: surgen nuevas investigaciones, afloran datos desconocidos, se accede a archivos clausurados… Con toda esa nueva información deben revisarse los relatos anteriores. Esta es la base de investigación científica, pero la izquierda occidental no lo acepta porque hay una ortodoxia que se blinda contra la realidad. Los hechos no importan –o importan muy poco– si rebaten la versión oficial. Es lo que pasaba en el bloque comunista: si la realidad no confirma mis teorías, la culpa es de la realidad. A lo largo de la entrevista, Payne pone algunos ejemplos de manipulación de la historia que conoce bien, tales como la mitificación de la Segunda República o las tergiversaciones sobre las causas de la guerra civil de 1936, tema sobre el que ha escrito, entre otros, un libro esclarecedor: 40 preguntas fundamentales sobre la Guerra Civil.

El historiador catalán Jordi Canal, en Historia mínima de Cataluña –síntesis reciente, asequible y  ponderada–, también nos alerta acerca de los peligros de ese tipo de manipulaciones: La historia como conocimiento no anda casi nunca al mismo paso que la conmemoración. Mientras que el pasado resulta clave en la primera, en la segunda está supeditado al presente y al futuro. Los centenarios nos proporcionan información sobre todo acerca de sus impulsores. Pueden ser fuente de legitimidad para el poder, pero también una vía de expresión de posiciones discordantes. Los usos públicos de la historia constituyen un campo de gran interés (…). Aunque los organizadores de las conmemoraciones no tengan la obligación de escuchar a los historiadores, estos sí tienen el deber de decir alto y claro todas estas cosas. La historia crítica no puede ceder nunca ante la historia pública (págs. 126-127). Otro hispanista ilustre, el inglés Henry Kamen, nos ofrece también numerosos ejemplos de manipulación histórica –de diverso signo ideológico–, en España y Cataluña (historia de una pasión), otro libro recomendable. En el empeño por la apropiación indebida o por el secuestro de la historia, no cabe duda de que se llevan la palma los dirigentes nazis y comunistas (stalinistas, maoístas, castristas…) y sus imitadores.

Luis Ramoneda

Stanley G. Payne.  40 preguntas fundamentales sobre la Guerra Civil . La esfera de los libros. 2006.