Hora est iam ...

"Hora est iam a somno surgere" (Rom.13,11), ('Ya es hora de despertar del sueño').

El que haya seguido la vida de la Iglesia en nuestros días, habrá podido comprobar el esfuerzo que está haciendo el papa Francisco, a su edad, quizás como el que sabe que no tiene mucho tiempo por delante. Si analizamos en conjunto sus enseñanzas, vemos como todo su afán ha estado en sacudir a la Iglesia de su sopor y acostumbramiento.

Recuerdo la primera vez que se despertó la incomprensión. Francisco había escrito privadamente a una mujer divorciada y vuelta a casar civilrmente que el  Pontífice entendía que podía recibir la Eucaristía. Aquello se hizo público y produjo un cierto revuelo. Posteriormente, el Papa lo pondría por escrito en la Exhortación postsinodal Amoris laetitia, desde mi punto de vista de una forma perfectamente razonada; pero además, ¿no había dicho Nuestro Señor a san Pedro "lo que atares en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desatares en la tierra quedará desatado en el cielo? (Mt.16,19). El Papa actúa ahí como administrador de la misericordia de Dios.

Si se consultan Amoris laetitia u otros documentos del papa Francisco, se puede comprobar lo densas que son en su doctrina y enseñanzas siguiendo al concilio Vaticano II; todavía no las hemos puesto por obra ¿y vamos a escandalizarnos por dos o tres renglones que no comprendemos? Por ejemplo, a mí me chirría todo lo que se refiere a las parejas del mismo sexo, pero yo no tengo la gracia que asiste a los pastores; por otra parte ¿es que hay muchedumbres de homosexuales esperando que alguien bendiga su compromiso? ¿o colas de divorciados y casados civilmente esperando ser autorizados a participar en la vida de la Iglesia? No, por desgracia no.

Los verdaderamente interpelados por el Pontífice no son los homosexuales o los divorciados vueltos a casar civilmente, son los Obispos y los presbíteros a los que se pide cercanía y no acostumbramiento, celo apostólico más que rigidez de planteamientos que puede ser también comodidad. Es cierto que, como católicos, hay cosas que nos pueden molestar. Cuando el presidente Joe Biden afirmó que el Papa le había autorizado a comulgar a pesar de ser partidario del aborto -creo que en realidad le dijo que actuase en conciencia-, yo le hubiera arrancado las orejas a Biden; pero él es el Papa y como leemos en el Evangelio "¿Vas a tener envidia porque yo soy bueno?" (Mt.10,15).

Muchas veces el problema es simplemente de comprensión; ¿quién sabía lo que significaba 'una Iglesia en salida'? ¿y 'las fronteras existenciales'? ¿cómo es 'un pastor con olor a oveja'?, y la palabra sinodalidad quizás la conocía un grupo de teólogos, antes que la utilizase Francisco. Tampoco es fácil entender por qué se le da tanto valor moral al cuidado del medio ambiente; ¿quizás porque su deterioro es síntoma de una mentalidad materialista y atea? Tanto el Pontífice como sus auxiliares pueden cometer errores en las medidas ordinarias de gobierno, no en lo que no se refiere a la fe y a la moral, pero además, lo que al final pide Francisco es ser audaces y pedir luces al Espíritu Santo.

Juan Ignacio Encabo Balbín