Idealismo y dogmatismo

 

Roger Scruton (1944-2020), el gran filósofo inglés ha escrito páginas luminosas en su último trabajo editado en lengua castellana antes de morir, en la historia de la filosofía que ahora comentamos, una verdadera obra magistral.

Querríamos ahora detenernos en las aportaciones que presenta sobre las explicaciones filosóficas de Fichte (1762-1814) el joven profesor de filosofía de la Universidad de Jena en Alemania, donde todavía reinaba Kant (1724-1804) y sus discípulos.

La síntesis del pensamiento de dese momento la presenta Scruton de modo genial: “Según Fichte, Kant había mostrado que solo son posibles dos filosofías: el idealismo y el dogmatismo. El idealista busca explicar la experiencia a través de la inteligencia, mientras que el dogmático pretende hacerlo basándose en la «cosa en sí». Kant había mostrado que el idealismo puede explicar todo lo que el dogmatismo explica, pero sin asumir nada que no pueda comprobarse a través de la observación. Era la discusión sobre si «la independencia de la cosa debería sacrificarse a la del sujeto o, por el contrario, la independencia del sujeto a la de la cosa». El punto de partida del idealismo es el sujeto, el yo” (234).

Enseguida nuestro autor atacará duramente, casi sin piedad, la filosofía de Fichte: “la filosofía de Fichte no se basa tanto en argumentos como en impetuosos juegos de pirotecnia verbal, en los que el forzado verbo «ponerse» se multiplica caleidoscópicamente en mil imágenes reflejadas” (236). En esa misma dirección recoge el comentario de Schopenhauer acerca de Ficthe al que califica de “padre de la filosofía teatral”.

No podía faltar en el desarrollo de estas cuestiones la referencia al poeta Schiller (1759-1805), quien juntamente con Goethe (1749-1832) influyeron para que se le concediera la cátedra de filosofía a Fichte a pesar de tener solo 32 años.

Como nos recuerda Scruton, Schiller se propuso ensalzar el arte y convertirlo en la más importante de las actividades humanas: “el arte es esa actividad que, al ser desinteresada, le permite al hombre alcanzar a un tiempo la obsoleta libertad y la absoluta paz, el arte es una forma de juego. Por eso desempeña un papel importante, no solo en el autoconocimiento humano (del que es el ejemplo más noble), sino también en la vida del Estado. A través de la educación estética las facultades morales y estéticas del hombre alcanzarán su expresión libre, y se desarrollarán de acuerdo con sus principios innatos de armonía” (237).

Es interesante cómo culmina Scruton: “Hegel, el mayor de todos los idealistas alemanes, sobresalió por encima de todos con una obra que no solo ha resultado ser una de las más influyentes en el mundo moderno, sino también la de mayor alcance y plasticidad, con una capacidad insospechada para la captación de las consecuencias derivadas de la asunción, por parte de la filosofía del conocimiento práctico y capaz de un menosprecio total de todo pensamiento que no sea a priori” (238).

José Carlos Martin de la Hoz

Roger Scruton, Breve historia de la filosofía moderna. De Descartes a Wittgenstein, ediciones Ariel, Barcelona 20020, 446 pp.