Iglesia y Estado



Los primeros
cristianos se lanzaron a predicar en el mundo entero, según el mandato
de Jesucristo: "Id al mundo entero y predicad el Evangelio a
toda criatura
" (Mc 16,15). El contenido era
sencillamente
la fe en la divinidad de Jesucristo, el amor de Dios a los
hombres y de los hombres a Dios, la caridad entre gentes de toda raza y
condición. Un mensaje que no discriminaba. Era universal desde el
inicio.


            Se
trataba por tanto de llevar esta vida de fe a todos los habitantes del Imperio
Romano. El contenido estaba, en primer lugar, en lo que habían visto y
oído. Así lo dice San Pedro:
"Y
llamándoles les ordenaron que de ningún modo hablaran ni
enseñaran en el nombre de Jesús. Pedro y Juan, sin embargo, les
respondieron: Juzgad si es justo delante de Dios obedeceros a vosotros
más que a Dios; pues nosotros no podemos dejar de hablar lo que hemos
visto y oído" (Act 4, 18-20).
  Poco tiempo
después, por inspiración del Espíritu Santo, contaron con el
tesoro de la
Sagrada Escritura. Como recuerda el Prof. Viciano:
"En el acontecimiento de
Jesucristo se dio la definitiva e imparable revelación divina, pero
también se reconocen que la puesta por escrito del Nuevo Testamento se
hizo en el contexto de la reflexión teológica de las primeras comunidades
cristianas (siglo I y comienzos del II), es decir, en el así llamado
‘tiempo apostólico’, y aún en mayor medida
también en esa época se tomó la decisión (desde
finales del siglo II hasta el siglo IV) sobre qué libros del Antiguo y
del Nuevo Testamento habían de pertenecer al canon de la Sagrada Escritura
"
(p.16).


            Así
pues con la naturalidad del amor, fue extendiéndose por las rutas
Marítimas del Mediterráneo a los puertos de mar y de ahí,
por las calzadas romanas, al interior. Y señala Viciano:
"El Reino de Dios proclamado por
Jesús relativiza toda instancia política y la somete a la
construcción de aquél, manteniendo su autonomía y, por
eso, el Apocalipsis proclama la resistencia contra la pretensión del
Estado de atribuirse carácter divino
" (p.39).


            Con
la Revelación cristiana, Dios da libertad al hombre. Algo que conviene
recordar con Benedicto XVI: "Las
formas jurídicas y sociales concretas, los ordenamientos
políticos, ya no se fijan literalmente como un derecho sagrado para
todos los tiempos y, por tanto para todos los pueblos"
(p.150).


            El
cristianismo se centra, en enseñar a los hombres a tener una
relación intensa y viva con Jesucristo. Como insiste Benedicto XVI: "Puesto que ser hombre significa
esencialmente relación con Dios, está claro que incluye
también el hablar con Dios y el escuchar a Dios
" (p.161).


            Y
esa amistad con Dios le asegura un hogar en la tierra y en el cielo, y
fundamenta la familia, donde los hijos crecen; un ambiente de conversión
personal y de entrega a los demás hombres. Todo eso repercutirá,
indudablemente, en la construcción de una sociedad justa y solidaria,
que beneficia al Estado, pues dinamiza toda la vida social.


José Carlos Martín de la Hoz


 


Para leer más:


 


Viciano, Alberto (2007) Cristianismo
primitivo y su inculturación
en el Imperio romano
, Murcia,
Universidad Católica de Murcia,


Benedicto XVI, (2007) Jesús de
Nazaret
, Madrid, La esfera de los libros


Woods Jr., Thomas E. (2007)
Cómo la Iglesia
construyó la civilización occidental
, Madrid, Ciudadela