Indiscreciones de san Josemaría

 

La llamada universal a la santidad la traducía san Josemaría Escrivá de Balaguer, Fundador del Opus Dei, entre otras argumentaciones, en la llamada universal a la vida contemplativa, es decir que los cristianos corrientes estamos llamados a dar gloria a Dios en todos los momentos del día, alabándolo con nuestros trabajos sencillos y corrientes.

Decía en cierta ocasión Mons. Javier Echevarría, haciendo un rato de oración ante el Santísimo, que conocemos muchas cosas del trato con Dios de san Josemaría; unas porque nos las ha contado él, otras porque nos las ha dejado por escrito, otras porque nos las han contado nuestros hermanos mayores, aunque, concluía, son muchas más las que “han quedado entre Dos y nuestro Padre”.

Efectivamente, esta es una buena definición de la vida interior: lo que hay entre Dios y san Josemaría o lo que hay entre Dios y cada uno de nosotros, puesto que también nosotros, cristianos corrientes como él, estamos llamado a vivir vida de relación íntima con Dios en medio del mundo a través del cumplimiento amoroso de nuestras obligaciones de cristiano.

Precisamente, en estos días estoy releyendo con mucha tranquilidad la espléndida y monumental obra llamada “Camino”, la más famosa, traducida  y difundida de los escritos de san Josemaría, donde se encuentran las sustanciosas indiscreciones del Fundador del Opus Dei que han ayudado a rezar a muchos hombres y mujeres de toda clase y condición desde la primera edición en Valencia en 1939.

El gran secreto de este trabajo está en que Camino lo escribió el Espíritu Santo, puesto que quien provocaba la chispa, la sorpresa, el requiebro de amor y conversión en el alma de san Josemaría era el divino Paráclito y, después de haber provocado un acto profundo de amor de Dios o un rato de encendido coloquio divino, venía la sugerencia de escribirlo.

Cuando los primeros chicos que seguían a san Josemaría en aquel Madrid de los años treinta deseaban proseguir por su cuenta en sus ratos de oración en cualquier sitio; en un aparte en sus casas, en un banco de la calle, en una iglesia, recurrieron a él para pedirle que aquellas chispas de amor de su alma que utilizaba el Padre, como le llamaban, para glosar sus pláticas de vida cristiana, las pusiera por escrito en un libro y de ese modo prosiguieran provocando nuevos incendios de amor.

Gracias a Dios, san Josemaría terminaría por vencer el natural rubor para manifestar su intimidad y se animó, quitando todo el protagonismo posible en la redacción, a trascribir esas “indiscreciones de su alma”, para que muchos nos beneficiáramos y empezáramos a saborear una espiritualidad laical y secular: “el querer querer” a Dios en medio del  mundo; el ejercicio de la libertad como don de Dios y la energía humana y sobrenatural que termina por producir una sinfonía de hombres y mujeres libres que dan gloria a Dios iluminando el mundo desde dentro: conclusión sencilla de este voluminoso libro.

José Carlos Martín de la Hoz

Josemaría Escrivá de Balaguer, Camino, edición histórico-crítica a cargo de Pedro Rodríguez, ediciones Rialp, Madrid 2002, 1195, pp.