Introducción a la Historia de la Iglesia

 

Hay libros que terminada su lectura y captadas las aportaciones de fondo que hacen, puedo uno deshacerse de él y enviarlo a coger polvo en cualquier estantería lo más cercana posible. Otros libros, en cambio, con el paso de los años se van convirtiendo en joyas de gran valor, puntos de referencia obligada para tratar determinadas materias.

En concreto, la obra del ilustre profesor Marcel Chappin (Nimega, Holanda1943), catedrático de historia de la Iglesia de la Universidad Gregoriana de Roma hasta su jubilación, acerca de su visión introductoria al estudio de la Iglesia en la historia, lleva camino de convertirse, a juzgar por la perennidad y profundidad del contenido, en una obra magistral.

En primer lugar, me gustaría destacar que el autor no tiene ningún reparo en señalar sus convicciones profundas, de fe, sobre el modo y la metodología del quehacer histórico en general y, más en concreto, en el estudio de la historia de la Iglesia Católica, la esposa de Jesucristo, que gobernada por hombres bajo la guía del Espíritu Santo y que, en palabras de Jesucristo, perdurará hasta el final de los tiempos: “las puertas del infierno no prevalecerán contra ella” (Mt 16,18).

Inmediatamente, cobran realce los exigentes criterios que nuestro autor señala acerca de la fiabilidad de los documentos que se manejen, revisar los criterios hermenéuticos, dedicar horas y horas al estudio y a la ambientación histórica, sobre la época y el momento de los hechos de la historia para concluir: “es evidente que la honestidad sola no basta; se necesita, además, mostrar seriedad” (89).

Inmediatamente, añadirá unas conmovedoras palabras del papa Juan Pablo I, pronunciadas semanas antes de morir, en aquel conmovedor septiembre de 1978, al inolvidable profesor del seminario de Venecia y Consultor del Pontificio Consejo para la unidad de los cristianos Germano Pattaro: “La Iglesia deplora humildemente los momentos difíciles y dolorosos de su caminar en la historia, como la tristísima inquisición y los tristísimos tiempos del poder temporal de los papas. Se dice que no se pueden juzgar los hechos de entonces con la sensibilidad de hoy. Pero no es un problema de sensibilidad, es una cuestión de verdad. La Iglesia es la conciencia critica de hoy lo mismo que de ayer. La Iglesia debe recobrar su fuerza profética, su si y su no evangélico, a la luz del solo y delante de todos” (90).

Asimismo, hay que recoger dos textos capitales referidos a la fe del historiador, para entender el pensamiento de nuestro autor. El primero, es una afirmación contundente hablando de los estudios teológicos en general y del estudio de la historia de la Iglesia, en la universidad en particular: “la fe que se estudia es la misma fe que se vive” (80). La segunda aparecerá, unas páginas después, al tratar de la hermenéutica, es decir, la importancia de tener fe para poder juzgar con profundidad los hechos de la Historia de la Iglesia: “la confesión de una fe en Jesucristo, Hijo del Dios vivo, revelador y salvador, decidirá, en gran parte, la interpretación de los desarrollos que estudiar” (96).

José Carlos Martín de la Hoz

Marcel Chappin, Introucción a la Historia de la Iglesia, ediciones Verbi Divino, Estella (Navarra) 1997, 172 pp.