Javier Argüello (Santiago de Chile, 1972), periodista y escritor afincado en Barcelona, arranca con descaro este ensayo sobre la realidad con un “pseudo argumento” de tipo aparentemente histórico: “Lo descabellado no es pensar que no hay más realidad que la que la conciencia inaugura. Lo descabellado es haber sostenido durante tanto tiempo la existencia de una realidad exterior que permanece inmutable más allá de quien se siente a pensarla” (16-17).
La disertación acerca de la realidad comenzará con Heródoto, padre de la “Historia”, y su concepto de “realidad narrada” frente a la ficción de los poetas y las musas (22). Enseguida ahondará un poco más: “el gran giro que la historia del pensamiento dio por esa época tuvo que ver con el hecho de que los filósofos trasladaron el objeto de sus reflexiones del mundo natural -el de los dioses- al mundo social -el de los seres humanos” (25).
Seguidamente, añadirá lo que será el estilo histórico de los cronistas reales que “distinguen entre la realidad de las cosas -la realidad objetiva, causal y comprobable de las cosas- y los relatos ficticios que a partir de ella elaboramos” (29).
El desarrollo extenso de la mitología griega logró dominar una gran época de la vida de la antigüedad, pero como les pasa a los agnósticos cuantos más dioses tienen menos cercanía con la realidad de Dios se obtiene. Precisamente Platón y su filosofía romperá con todo eso, pero la vida real traerá otros problemas: “Aún no éramos conscientes de los peligros a los que nos veríamos enfrentados a partir de que decidiéramos confiar exclusivamente en la razón a la hora de dar forma a la realidad” (38).
Páginas adelante, llegará la ilustración, el idealismo y la idea de crecimiento científico como sustitutivos de la religión: “nació la idea de progreso y, junto con ella, la del tiempo lineal” (62). En seguida añadirá: “al declarar que la realidad se compone de hechos observables y medibles, estamos estableciendo también que se trata de una realidad objetiva e inmutable” (65).
Pero llegaron las crisis y todo el sistema se vino abajo: “Luego de las dos guerras mundiales y del Holocausto, la fantasía de un mundo perfectamente racional y civilizado había sido puesta en entredicho” (67).
Poco después, abordará la historia de la mecánica cuántica y principios como el de Schrödinger: “en un sistema cuántico no se puede responder de manera categórica a preguntas tan básicas como dónde se encuentra una partícula, cual es su velocidad o a donde se dirige, lo cual impide conocer el lugar donde estará” (97). Es indudable, concluirá nuestro autor que hemos de buscar la verdad, el bien, la realidad, etc., allí donde podemos encontrar esas verdades que sustentan la realidad y no en aquellos lugares que nos parecen a nosotros más adecuados (119).
José Carlos Martín de la Hoz
Javier Argüello, El día que inventamos la realidad. El largo viaje de la conciencia desde el Bing bang hasta la IA, Debate, Barcelona 2025, 190 pp.