San Josemaría en un capítulo de Camino, dedicado a los Novísimos, bajo el bellísimo título de “Postrimerías”, traía a colación un recuerdo tomado de una carta del obispo de Ávila, Santos Moro, en la que le decía “«Me hizo gracia que hable usted de la ‘cuenta’ que le pedirá Nuestro Señor. No, para ustedes no será Juez -en el sentido austero de la palabra- sino simplemente Jesús». -Esta frase, escrita por un Obispo santo, que ha consolado más de un corazón atribulado, bien puede consolar el tuyo” (Camino, 168).

En efecto, en la teología de los Novísimos, en la escatología, se estudia la realidad sencilla y clara de que un día moriremos y que, en el mismo lugar donde acaezca ese hecho, tendrá lugar el juicio inapelable de Dios. Como nos recuerda san Josemaría, el juicio amoroso y misericordioso de nuestro Padre Dios.

Volvamos al magnífico trabajo acerca de la escatología, dentro de la biblioteca de iniciación teológica que editó Rialp en 2011, donde encontraremos materia para estudiar y meditar sobre esta materia. Los autores del trabajo, Jorge Molinero, Doctor en Teología y periodismo, y don Justo Luis Rodríguez Sánchez de Alva, profesor, artista y teólogo sevillano, han logrado un buen trabajo de síntesis sobre esta cuestión.

Es interesante comprobar cómo nuestros autores van desengranando a lo largo de las páginas de este magnífico y preciso tratado y serenamente, con gran soltura y determinación “verdades gruesas de nuestra fe”.

Es cierto que para volver escribir sobre esta cuestión con la soltura conocimientos, estudio y verdadera poesía se requiere mucho arte. Si no, es difícil expresarse del siguiente modo y con tanta claridad: “la existencia de un Juicio Particular es una verdad de fe, directamente relacionada con otras verdades solemnemente definidas por el Magisterio de la Iglesia, como las que acabamos de mencionar: inmortalidad del alma, y existencia del Cielo, Infierno y Purgatorio ya antes del Juicio Final” (121).

Es muy interesante que los autores vuelvan sus ojos a la historia y, en concreto, al XVI para hablar de estos temas. Lo hacen mediante una cita del catecismo Romano de san Pío V, que es el fruto maduro de la teología católica renovada, tanto en el Concilio de Trento, como en la teología de las controversistas con los protestantes que negaban los novísimos la verdad teológica de la Escatología católica de siempre, convirtiéndolos en una extraña doctrina, realmente fuera de la tradición, sobre la predestinación.

En efecto nuestros autores leerán el célebre catecismo de párrocos y añadirán una clarificadora cita de san Juan Pablo II: “el juicio particular tiene lugar «cuando cada uno de nosotros sale de esta vida, porque al instante es presentado ante el Tribunal de Dios y allí se hace averiguación exacta de todas las cosas que haya hecho, dicho o pensado en cualquier tiempo» (Parte I, cap. VIII, n.3). En esta misma línea, Juan Pablo II ha escrito: «Es sobre todo el Amor el que juzga. Dios que es Amor, juzga mediante el amor” (Cruzando el umbral de la esperanza, p.158)” (124).

José Carlos Martín de la Hoz

Justo Luis Rodríguez Sánchez de Alva y Jorge Molinero, El más allá. Iniciación a la Escatología, ediciones Rialp, Madrid 2000, 205 pp.