La actualidad de Pascal



            Entre
las obras que conservamos de Pascal destacan sus Pensamientos. Lástima que se trate de una obra inacabada, pues la
hondura y profundidad que expresan hubiera podido producir un trabajo de gran
calado. De los Pensamientos se han
realizado muchas ediciones a lo largo de estos siglos. La última, publicada por
Almazara y preparada por el catedrático José Antonio Millán, es la que deseamos
presentar hoy.


            Junto
con Pascal,  en este trabajo se editan
otros autores franceses entre 1665 y 1688, que realizan interesantes y agudas
apreciaciones acerca del hombre y sus costumbres. Los lectores familiarizados
con Baltasar Gracián, observarán muchas concomitancias. En las siguientes
líneas querríamos detenernos en Blaise Pascal y en concreto en algunas de  sus referencias a la Verdad.


            Como
es sabido, los Pensamientos, son
textos preparados para una obra acerca de la demostración de la existencia de
Dios. El tema viene enmarcado por esta sencilla apreciación: "Que cada cual examine sus pensamientos. Los
encontrará enteramente ocupados por el pasado o el futuro. Casi no pensamos en
el presente, o si lo hacemos sólo es para recoger la luz que nos permita
disponer del porvenir" (II, n.43, p.17).
La cuestión de fondo, por tanto,
es sí pensamos en lo realmente importante.


            De acuerdo con lo anterior, Pascal divide
a los hombres en tres: "Sólo hay tres
tipos de personas: unas, que sirven a Dios al haberlo encontrado; otras, que se
dedican a buscarlo al no haberlo encontrado, y otras que viven sin buscarlo ni
haberlo encontrado. Las primeras son razonables y felices; las últimas locas y
desgraciadas, y las del medio desgraciadas y razonables" (XII, n.149, p.64).


            Encontrar a Dios es, para Pascal, entre
otras cosas, encontrar
la Verdad. Algo que es motor de la
acción, no para un acto, sino para todos. Por eso cuando se trata de sustanciar
afirma: "La historia de la Iglesia debe
ser llamada, propiamente, la historia de la verdad" (XVII, n.658, p.279).


            La Verdad es Jesucristo, y Él es
inabarcable, sacia sin saciar, como
la
Verdad. Por
eso ante las aparentes contradicciones afirma: "La fe abarca diversas verdades que parecen
contradecirse: ‘tiempo de reir, tiempo de llorar’ (Ecles 3,4). Su origen está
en la unión de las dos naturalezas en Jesucristo" (XXVII, n.624, p.267).


            La posesión de esa Verdad y la intimidad
con Jesucristo en la oración, son el origen de la paz que los cristianos deben
vivir y enseñar a vivir, aún en tiempos de contradicción: "Se siente placer en un barco batido por la tormenta cuando se está
seguro de no perecer; las persecuciones que sufre la Iglesia son de esta
naturaleza" (XXVII, n.628, p.271).


 


 


           


            José Carlos Martín de la Hoz


 


Millán Alba, J.A. (2008) Moralistas
franceses
, Córdoba, Almazara