La alegría de vivir

 

El filósofo y ensayista catalán Jordi Pigem (Barcelona 1964), nos recuerda en este trabajo sobre las consecuencias culturales de la pandemia que hemos sufrido, la importancia de recuperar la alegría, no la anterior a la pandemia, sino la del Renacimiento, donde la conjunción del optimismo cristiano y el retorno a la literatura y cultura clásica griega y latina, produjeron, entre otras cosas, un entusiasmo humano y sobrenatural por la vida.

En definitiva, es preciso recuperar la confianza en Dios, en el hombre, en el mundo, en la naturaleza y, sobre todo, recuperar la capacidad de relación, pues las cuarentenas han provocado individualismo, miedo, pasiones desatadas, y una enorme desigualdad entre nosotros (43).

Precisamente, nuestro autor, expresa como hilo conductor de su ensayo que el gran peligro de la vida del hombre es la pérdida del sentido de la vida (13), cuestión que la pandemia ha evidenciado.

Evidentemente, sin un claro y arraigado sentido de la vida, los hombres son mucho más manipulables y, es en ese momento, cuando entra todo el mundo de las tecnologías, e internet y consecuentemente el imparable control de nuestros gustos y nuestras aficiones: las páginas web son atractivas y aditivas (23). De hecho, nuestro autor nos hablará del nuevo capitalismo de la vigilancia (32) y de los controladores (34).

Indudablemente, el origen del control de las nuevas multinacionales sobre la información de los hábitos y gustos de la gente, lleva a nuestro autor a rastrear hacia atrás, hasta llegar a Descartes y su tremenda distinción entre “res cogitans y res extensa”, atribuyendo solo la realidad a la segunda y alejando crudamente de la realidad a la primera (57).

Así pues, desaparecida la espiritualidad, la creatividad, el amor y otras cuestiones tan serias como la conexión real en la amistad entre las personas, a la Cuarta Revolución industrial le ha parecido conveniente llevar el mundo profesional al teletrabajo, intentar reducir la educación presencial y convertirla en “on line”, provocar la compra sobre catálogo, privando al ser humano de algo tan enriquecedor como hablar e intercambiar impresiones, mirar a los ojos a un alumno para comprobar si ha entendido la explicación (63).

De todas formas, nos recuerda nuestro autor, todavía hay solución al problema, pues la inteligencia artificial no ha conseguido. Ni conseguirá llegar al nivel más intimo de la persona que es la conciencia o el nivel de la conciencia (97).

Efectivamente, la solución del problema planteado estriba en esa sencilla cuestión: pensar y enseñar a pensar. Intercambiar opiniones, llegar a diálogos enriquecedores que aporten luces para poder llegar todavía en el verdadero progreso de la sociedad humana que es la relación con Dios, con los demás y con el mundo que se nos ha entregado

José Carlos Martín de la Hoz

Jordi Pigem, Pandemia y posverdad. La vida, la conciencia y la Cuarta Revolución Industrial, Fragmente editorial, Barcelona 2021, 141 pp.