De vez en cuando, hay que leer libros como el que ahora presentamos llenos de optimismo, de propuestas positivas, que enfocan los problemas como retos y oportunidades y no como abismos entre posturas contrapuestas: “El Evangelio de la alegría nos capacita para proclamar que la alegría de la vida es para todos. Es un auténtico acto de resistencia espiritual al chantaje del mal” (Vincenzo Paglia, introducción, p. 24).
Indudablemente, detrás de las páginas de este estudio del conjunto de los criterios morales y pastorales ofrecidos por el papa Francisco a lo largo de su extenso pontificado y, sobre todo, en el abordaje de las cuestiones de la teología moral desde ese ángulo, se esconde un gran deseo integrador y un clima de diálogo premeditadamente buscado (27-33).
El primer diálogo y encuentro que este trabajo desea alcanzar es entre teólogos y pastores de la iglesia o agentes de pastoral, pues se desea recuperar el diálogo entre ambos para hacer asequible la moral fundamental al gran público y de ese modo que pueda ser asimilada y aplicada a la vida por los cristianos de hoy y, en general, por los hombres de buena voluntad que buscan la verdad y desean conformar su vida y su libertad con Cristo que es la verdad.
Seguidamente, desea alcanzar como ya había propuesto Benedicto XVI y ahora Francisco una moral convergente con el mayor número de sistemas de pensamientos, filosofías y escuelas teológicas, de modo que podamos enseñar a todos los hombres del mundo una ética global. Este intento lo realizó ya en el siglo XV el cusano y, como puede leerse con detenimiento en ediciones en muchos idiomas del “De pace fidei”, requiere periódicamente realizarse pues cambian las mentalidades y los sistemas de valores culturales. La verdad es única: Cristo, camino, verdad y vida, pero la formulación debe realizarse de manera nueva.
Parta llevar a cabo esta actualización nuestros autores acudirán a la Sagrada Escritura (45), inmediatamente a la Tradición viva de la Iglesia (80), para concluir en uno de los debates más vivos del momento: “la defensa de la vida humana”: “Es necesario reiterar, a este respecto, un círculo virtuoso, en el reconocimiento de la diferencia de tareas de la común pertenencia al pueblo de Dios, que participa del mismo sentir de la fe” (117). La exploración de los grandes teólogos que han abordado la cuestión de la vida aporta el valioso testimonio de la historia unánime en la defensa de la vida, pero de los distintos ángulos (119). Enseguida llegamos al punto de convergencia del Vaticano II para el diálogo con la filosofía postmoderna: la dignidad de la persona humana, reflejada en la carta magna de los derechos humanos y siempre en perenne revisión para aplicarla a las circunstancias humanas cambiantes (133).
José Carlos Martín de la Hoz
Carlo Casalone (ed), La alegría de vivir. Un camino de ética teológica: Escritura, Tradición y desafíos prácticos, ediciones San Pablo-Librería Editrice Vaticana, Madrid 2024, 323 pp.