La amistad hace renacer el mundo

 

El valor inestimable de la amistad y de las amistades en general, ha sido reiteradamente enaltecido en estos tiempos de pandemia que acabamos de vivir, donde todos los valores de la convivencia han sido especialmente exaltados.

Por otra parte, la mirada de un filósofo es siempre distinta y más cuando se trata de alguien tan cercano a nuestro universo cultural como la pensadora francesa Simone Weil (1909-1943), reconvertida actualmente en un valor emergente, como se comprueba por las reediciones de sus muchas obras breves y de los estudios biográficos y especulativos acerca de su interesante pensamiento.

La pasión con la que habitualmente vivía esta apasionada maestra formada en la Sorbona, en sus discusiones con vulgares compañeros comunistas, o con el propio León Troski, o sus correligionarios de la columna Durruti en la guerra civil española, o en las fábricas francesas donde perdió su salud, o preparando en Londres el asalto a la Europa de Hitler, siempre lo vivenciaba todo e intensamente.

Efectivamente, basta leer los XXI fragmentos tomados de las obras de Weil y publicados un año antes de su muerte y ahora revisados y ambientados por la profesora de filosofía madrileña, Mónica Mesa Fernández, sobre la amistad en general y en sus diversas facetas, para comprobar que estamos ante textos de calado que merece detenerse en ellos, mucho más que si hubieran sido extraídos de un poemario perdido.

La cita de Friedrich Hölderlin, colocada al comienzo de esta obra, está tomada del Hiperión, es decir de la fuente primigenia del poeta alemán y nos recuerda que la filosofía, la poesía y la contemplación son una parte del saber llamado sabiduría, destinado a ser siempre nuevamente revivido. Precisamente, Safranski en la recientísima biografía publicada del poeta alemán, recuerda que en el seminario protestante de Tubinga, Hegel, Schelling y Hölderlin, se autodenominaban “La Iglesia invisible” (Rüdiger Safranski, Hölderlin, o el fuego divino de la poesía, ediciones Tusquets, Barcelona 2021, p.12).  

La lectura de estos fragmentos muestra claramente el corazón de Simone Weil que se entregaba al necesitado, descartado o desfavorecido, pero también aparece el dulce y continuado entregarse en la amistad ordinaria, en la caridad exquisita, en el compañerismo o las relaciones familiares, y, por supuesto en las citas cultas de una mujer que devoró toda la literatura a su alcance, es decir donde el corazón de Simone Weil se entregaba a quienes la rodeaban.

Indudablemente en la obra de Weil la amistad es trasversal, como lo es el cruce entre el amor a Dios y el amor a los demás, puesto que no tenemos dos corazones y, evidentemente, la referencia final es lo que afirmaba Jesús con su vida:  “No hay un amor más grande que el dar la vida por los amigos” (Io 15, 13), es decir el horizonte vital de nuestra autora, lo que aparece una y otra vez en los fragmentos de Simone Weil (V, p. 45. “El amor es la medicina del pecado original, Fragmento XVIII, p. 58).

José Carlos Martin de la Hoz

Simone Weil, La amistad, edición de Mónica Mesa Fernández, ediciones Hermida, Madrid 2020, 89 pp.