Hay que alegrarse por esta nueva edición de una de las mejores obras de Lope de Vega, preparada por Francisco Crosas, profesor de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Castilla-La Mancha en Toledo, especialista en literatura española medieval y del Siglo de Oro.

Lope es un maestro en dramatizar leyendas medievales y temas folclóricos o populares, recuérdense obras como Fuenteovejuna, El caballero de Olmedo, por poner algunos ejemplos. En el prólogo, el profesor Crosas nos explica con claridad y brevedad los problemas textuales que el drama plantea, nos habla de las fuentes del tema (la monja pecadora que escapa del convento con su amante, pero se arrepiente y vuelve años después, con la sorpresa de que nadie se ha dado cuenta, porque un ángel enviado por la Virgen la ha suplantado).

La buena guarda es una de las mejores comedias de tema religioso del Siglo de Oro, por el dramatismo y el lirismo con los que se expresa tanto el amor humano como el divino, y es un canto a la misericordia divina. Sirva como muestra este monólogo de doña Clara, la pecadora arrepentida:

            "¡Ay, Señor! ¿Cuándo osaré

            volver mis ojos a Ti?

            Dulcísima vida mía,

            ¿cómo dejé tus regalos?

            ¿Cómo, por otros tan malos,

            olvidé tu compañía?

            ¿Cómo te quebré la fe?

            ¿Cómo el anillo rompí

            que me diste y que te di

            cuando tu mano toqué?

            ¡Llorad, ojos, no os canséis!

            Y ojalá pluguiera a Dios,

            fuérades mil como dos

            porque dos poco podréis.

            ¿Dónde estás, Esposo mío?

            ¡Oh, qué enojado estarás!

            ¡Ay Dios, si recibirás

            los suspiros que te envío!

            Señor, que en piedad excedes

            mis culpas, dame tu luz.

            Clavado estas en la cruz,

            no te me irás, que no puedes".

           

Lo sorprendente es que, cuatro siglos después, la obra sigue teniendo enorme encanto y frescura. Hagan la prueba, léanla.

 

Luis Ramoneda