La ciencia de la fe



Dentro del año
de la fe que el santo Padre Benedicto XVI ha puesto en marcha en la Iglesia universal, cobra particular importancia la vida de los
santos como modelos de fe para el Pueblo de Dios. En ese marco deseamos
comentar brevemente el trabajo realizado por el Prof. Salvarani sobre una de
las grandes santas del siglo XX, santa Edith Stein.


La gran aportación de esta biografía es mostrar cómo la búsqueda
de la verdad de santa Edith le llevó, en primer lugar, a encontrar la fe y,
finalmente, a encontrar en el camino de la aceptación de la cruz del martirio
la plenitud de la verdad. El Prof.
Salvarini va desarrollando la vida intelectual de Santa Edith Stein a través
del encuentro con Husserl (1913), con la interrupción de la Primera guerra mundial en
donde la santa trabajó como enfermera y donde encontró el dolor y el
sufrimiento de los enfermos (p.115).


Posteriormente, llegará la conversión al cristianismo (1921):
"Edith buscaba la verdad y descubre que la verdad es el amor, es Dios mismo y
que Cristo es su revelación" (p.178). Pero,
desde 1920, empezó a descubrir el error
del nazismo. Es por tanto contemporánea la conversión de Edith Stein del
ateismo no al judaismo sino al cristianismo, para terminar por convertir su
vida en ofrenda por los judíos. "En su alma, la idea de la expiación vicaria
por parte de los seguidores de Cristo se hizo más viva e insistente esos días.
Edith sentía más que nunca que estaba llamada a participar de forma más
personal en la acción redenterora de Cristo, situándose, como María Santísima a
los pies de la Cruz,
y advertía que esa era la voluntad de Dios. ¿Y cuál era su principal
preocupación? Sin duda, la situación política que iba desarrollándose. Las
previsiones eran alarmantes: el racismo se insinuaba en muchos estratos de la
población e impregnaba el alma. Aun agarrándose a esperanzas de vuelta a la
racionalidad y de vigorosos despertares de conciencia, no era difícil prever
las consecuencias"(p. 227).


Su
vocación al carmelo estaba en la vida de santa Edith desde su bautismo, pero también estaba la oposición de su madre
y las obligaciones profesionales e intelectuales a las que su confesor y sus
amigos le urgían. Así lo afirmaba el Abad Walzer: "Amaba el carmelo de mucho
tiempo y deseaba entrar en él. Cumplió este deseo simplemente en cuanto las
condiciones de vida del Tercer Reich no me permitieron retenerla más tiempo en
este mundo" (p.203).


En 1933, en la
víspera del primer viernes de abril en la abadía de Beuron, su oración fue muy
atrevida: "Hablé al redentor diciéndole que sabía que era su Cruz la que ahora
cargaba sobre el pueblo judío. La mayoría no lo entendía, pero quienes tenían
la gracia de comprenderlo debían tomarla voluntariamente sobre sí en nombre de
todos. Yo deseaba hacerlo. Él únicamente tenía que mostrarme cómo. Al terminar
la hora santa tenía la convicción de haber sido escuchada, pero aún no sabía en
qué debía consistir ese llevar la cruz"(p.234).


En 1940 los alemanes invadieron holanda, mientras ella empezaba a
escribir su obra la ciencia de la
cruz. El 2 de agosto fueron a buscarla al Carmelo de Echt y
la llevaron al campo de Amersfoot y de allí el 4 a Westerbork. Era el 9 de agosto de 1942, cuando fue
llevada a Auschwitz y gaseada


 


 


 


José Carlos Martín de la Hoz


 


 


F. SALVARANI, Edith Stein.
Hija de Israel y de la Iglesia
, ed. Palabra, Madrid 2012, 381 pp.