La confianza en la Iglesia

 

Desde el comienzo de la vida de la Iglesia los cristianos han visto en ella la realización plena de las palabras que pronunció Jesús el día de la  Ascensión a los cielos: “Yo estaré con vosotros todos los días hasta el final de los tiempos”.  De hecho, todo en la Iglesia se basa en esa confianza.

    Conviene recordar que los cristianos pertenecemos a una familia de mucha historia. Los más de XX siglos de andadura avalan la presencia del Espíritu Santo pues sin ella ya habría desaparecido. Lo mismo hubiera sucedido si la Iglesia fuera una mera obra humana.

    Por otra parte aunque la Iglesia sea obra de Cristo y sostenida por el Espíritu Santo, no deja de estar compuesta por personas humanas, santos y pecadores. No es un lugar, como afirmaba San Agustín, para élites sino un hospital donde curar nuestras heridas y debilidades y aprender a amar a Dios sobre todas las cosas.

    El problema en la etapa actual que estamos viviendo es que se ha generalizado en amplias capas de la sociedad una desconfianza acerca de la Iglesia. Por una parte, al airear los errores y debilidades de algunos cristianos, obispos, sacerdotes y religiosos se ha buscado no arreglar un problema sino atacar una institución y debilitarla. Es el problema habitual de confundir la actuación de  las personas con la totalidad de la Iglesia.

    Ya es antigua la artimaña, pues de la desconfianza hacia los primeros cristianos se llegó al odio y se desataron las persecuciones: de culparles de las catástrofes naturales  por no dar culto a los dioses romanos, pasaron al odio y a gritar en el circo: “los cristianos a los leones”.

    Como ha recordado el Papa Francisco en una entrevista reciente a un diario italiano, la Iglesia ha sido ejemplar en su reacción frente a los casos de pederastia.

    La desconfianza es el objetivo de fondo de lo que se denominan “Las leyendas negras” de la Iglesia, es decir, cuestiones históricas tergiversadas que se usan hábilmente para difamar a la Iglesia y en último extremo crear dudas sobre Dios.

    Precisamente para regenerar la confianza en la Iglesia hemos de señalar la necesidad de la ilusión personal del cristiano por la santidad, es decir por ser consecuentes con el amor de Dios recibido y, por tanto, procurar ser coherentes, es decir unión entre fe  y vida.  Una persona coherente genera siempre confianza, como estamos viendo en la vida ejemplar del Papa Francisco.

    También es importante para regenerar confianza en la Iglesia aprender a comunicar la fe cristiana y dar a conocer los muchos ejemplos de vida, las necesidades materiales y espirituales cubiertas por la Iglesia a lo largo de la historia y en la actualidad. Asimismo conviene que el cristiano mejore es su formación histórica, de ese modo podrá explicar mejor las circunstancias que existían y la verdad que pueda existir en las leyendas negras.

                                                                                                                                                                                              

                                                                                                                                                                                               José Carlos Martín de la Hoz

 

José Carlos Martín de la Hoz, Historia de la confianza en la Iglesia, ed. Rialp, Madrid 2012.

José Carlos Martín de la Hoz, El valor de las dificultades, ed. Cobel, Alicante 2014.