La educación como botín

 

El Gobierno de Sánchez-Iglesias tiene muy clara la hoja de ruta para perdurar en el poder y construir una nueva República federal de naciones, con una «nueva normalidad». Para ello tienen que acabar con la reconciliación alcanzada con la Constitución de 1978, y antes aparcar a la Monarquía, fabricar otra constitución republicana, barrer a la oposición, y dominar la educación asfixiando a la concertada, que en su mayoría tiene un ideario católico.

Trabajar contra la pandemia del Covid les trae sin cuidado y como están escaldados por el desprestigio nacional e internacional por su gestión de la pandemia, lo dejan graciosamente en manos de la Autonomías. La de Madrid es la reina y el rey de esa partida de ajedrez después de narcotizar al contrario, que somos los ciudadanos. La astucia de Sánchez juega con la de Iglesias -no contra ella- y han llegado a un acuerdo fatal para los españoles: «apoya a los presupuestos», le dice Sánchez, y a continuación «tú quédate con la educación».

En una entrevista reciente el conocido novelista con pensamiento, Ken Follet, advertía del peligro para una democracia cuando los ciudadanos no reaccionan. Manifestaba que las democracias pueden morir: lo vimos en Alemania y España en los años treinta. Las democracias pueden sucumbir, y son las personas quienes las matan. Y añadía: Yo creo que la libertad está amenazada y los responsables son los ciudadanos. En Turquía, hace poco, fueron los propios turcos quienes votaron que no querían seguir siendo libres. Por ello los ataques despreciables contra determinados puntos de vista políticos, que están llenos de odio, es algo muy característico de naciones que están en proceso de perder su libertad.

En nuestro entorno nacional vemos a dos hombres obsesionados con el poder, con grandes equipos de propaganda populista, que tienen cancha para imponer su plan: Sánchez aguantará esta legislatura y la próxima, e Iglesias se asegura el control de la mente de los jóvenes desde la Primaria hasta la Universidad. Ambos conquistan sus objetivos, aunque Iglesias es más astuto -y más letal- porque trabaja a medio plazo. Mediante la propaganda y la manipulación, los jóvenes se inclinarán al populismo podemita o a cualquiera de las izquierdas radicales y su efecto durará lustros. Porque Iglesias ha leído a Gramsci en contraste con Sánchez que lee poco y copia mucho, y su horizonte es a corto plazo y ya tiene fecha de caducidad.

Jesús Ortiz