La esencia de la religión

 

La filosofía de la religión cobró un gran auge en la cátedra regentada por el famoso pensador Romano Guardini (1885-1968), en los primeros años del siglo XX, una etapa de oro que concluiría con magníficos ensayos sobre la esencia del cristianismo, qué significa ser cristiano o, finalmente, el gran libro titulado: “El Señor”.

Por contraste, el profesor emérito Pere Lluís Font (1934), de la Universitat Autònoma de Barcelona, ha recogido en un breve ensayo también sobre filosofía de la religión que subtitula “Seis ensayos y una nota”, un conjunto de trabajos fruto de sus clases universitarias sobre esa materia.

Como puede comprobarse, estas conferencias o ensayos están situadas en un nivel previo al de Romano Guardini, pues nos hablan de cuestiones más básicas: si existe una o varias religiones, hasta qué punto hay una antropología abierta a la trascendencia; en qué consiste la cosmovisión cristiana. Es decir, se trataría más bien de un tratado de problemas y dificultades más que de una vigorosa solución de Guardini que se parece más bien a la famosa afirmación de Pedro y Juan al Sanedrín, cuando les recriminan duramente por hablar de Jesús y llenar Jerusalén de su doctrina: “no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído” (Act 4,20).

Es muy interesante la cita del famoso escritor y diplomático, creador del Romanticismo francés, François René Chateaubriand (1768-1848) acerca de su famoso tratado “el genio del cristianismo”, cuando afirmaba que es preciso: “admitir que hay un genio del cristianismo y que, si se secase el manantial religioso, en este caso cristiano, la creación estética se resentiría de ello” (74).

A la vez es muy clara la distinción entre experiencia religiosa y experiencia de Dios, puesto que la vida mística, el encuentro personal con Dios, el impacto de Dios, lo caracteriza nuestro autor cuando afirma: “en forma de experiencias pasiva, de vivencia transitoria, inmediata y directa de unión con Dios personal” (90).

Es más, esa llamada personal, sufrir el impacto de Dios, es la clave que recorre las páginas de la Sagrada Escritura, pues en el fondo, el Evangelio sería en gran parte una suma de encuentros personales: con los doce apóstoles, la Samaritana, con la hemorroisa, con Marta, María y Lázaro, con Zaqueo, etc.

El giro radical a la cuestión, se podría enunciar como “la llamada universal a la contemplación”, recordada por el Catecismo de la Iglesia Católica, cuando expresaba de manera muy conmovedora que el famoso texto de san Agustín es para todos los cristianos: “La oración, sepámoslo o no, es el encuentro de la sed de Dios y de la sed del hombre” (Catecismo, 2560). Y, un poco más adelante, lo afirma ya de manera más explícita cuando nos invita a: “la oración contemplativa es una comunión de amor portadora de vida para la multitud, en la medida en que se acepta vivir en la noche de la fe. La noche pascual de la resurrección pasa por la de la agonía y la del sepulcro” (Catecismo, n. 2719).

José Carlos Martín de la Hoz

Per Lluís Font, Filosofía de la religión, seis ensayos y una nota, ediciones Fragmenta editorial, Barcelona 20020, 220 pp.