La fe como encuentro

 

En una de las homilías de san Josemaría Escrivá de Balaguer, recogidas en el volumen póstumo “Amigos de Dios”, el Fundador del Opus Dei hablaba del extraordinario grado del amor de Dios a los hombres y, para caracterizarlo, utilizaba una de sus más audaces expresiones: “Esta corriente trinitaria de amor por los hombres se perpetúa de manera sublime en la Eucaristía” (Es Cristo que pasa, n.85).

Verdaderamente, hay que reconocer, sin ningún temor a equivocarnos, que el principal encuentro del hombre con Dios se realiza cada día en nuestros altares en el momento culminante de la Misa, un acontecimiento que ha sido caracterizado por el papa Benedicto XVI con el término de “sobrecogedor”.

Precisamente, en el volumen que estamos comentando del profesor Luis Romera sobre la “inspiración cristiana en el quehacer educativo, resultan capitales las últimas páginas del mismo, donde el autor subraya cómo es Dios quien se cruza cada día con el hombre, con cada hombre: “De la fe en el amor de Dios surge la confianza y la esperanza en la existencia. Desde ella se suscita la respuesta del hombre” (100).

Enseguida, recoge el doctor Romera las expresiones gráficas al respecto de la Tradición de la Iglesia Católica: “El Hijo de Dios se introduce en la humanidad para introducir al hombre en el seno de la divinidad. Es el «admirabile commercium» del que hablan los Padres de la Iglesia y que recoge la liturgia” (101). Indudablemente, hablando de los fundamentos del cristianismo, solía recordar el santo Padre Juan Pablo II, una de las cuestiones clave de su pontificado está resumida en su primera encíclica “Redemptor hominis”, que a su vez reasume la doctrina conciliar: “En Cristo se nos revela plena y definitivamente quiénes somos” (Vaticano II, constitución Gaudium et spes n. 2)

Precisamente, en las páginas finales du su tratado, el profesor Romera al hilo conductor; la centralidad de Jesucristo bajo la perspectiva del encuentro: “El cristianismo es, ante todo, el encuentro con Cristo. En ese encuentro, ¿qué es lo que recibe el hombre? ¿Qué nos revela Cristo? ¿En qué consiste el cristianismo en su esencia? “Los interrogantes planteados sirven muy bien como test de la correcta lectura del trabajo.

En cualquier caso, comentaba enseguida que esas preguntas están respondidas por san Juan Pablo II en su conocido libro “Cruzando el umbral de la esperanza”, cuando comentaba: “El cristianismo es una religión de salvación, es decir, soteriológica, para usar el término que usa la teología. La soteriología cristiana se centra en el ámbito del Misterio pascual. Para esperar ser salvado por Dios, el hombre tiene que detenerse bajo la Cruz de Cristo” (108).

No hay mejor manera de terminar este trabajo, sino recordando la mano tendida de Cristo desde el madero de la cruz: “El evento de la cruz contiene un mensaje de esperanza, porque por encima de las desventuras de la historia se encuentra una misericordia que es más fuerte que la maldad y el sufrimiento” (110).

José Carlos Martín de la Hoz

Luis Romera, La inspiración cristiana en el quehacer educativo. Indicaciones desde la filosofía, Rialp, Madrid 2020, 110 pp.