La lectura de este trabajo del intelectual ruso Lev Shestov (1886-1938) afincado en Francia y autor del famoso trabajo “Atenas y Jerusalén (1937), nos introduce en la figura de Kierkegaard, traducido directamente del ruso al castellano por Alejandro Ariel González. El autor del libro se ha documentado y reflexionado sobre la filosofía existencial de uno de los pensadores más lúcidos de nuestro mundo como es Soren Kierkegaard y el traductor ha conocido a fondo el pensamiento del danés y a la vez el castellano para poder adecuarlo a nuestra lengua.
En primer lugar, deseo concentrarme en la pregunta que se plantea Lev Shestov acerca de si el milagro en el cristianismo supone realmente un acto de violencia sobre el espíritu o simplemente es una consecuencia de aceptar que estamos ante un modelo de pensamiento y de espíritu abierto a la realidad de la trascendencia y de la aceptación de las potencias de Dios y, sobre todo, a la relación que ha decidido establecer el propio Dios con el hombre y con la naturaleza (23).
La tragedia de Kierkegaard, en el concepto de relación del hombre con Dios y, en concreto con Jesucristo. Es obvio que el pastor danés desea incomodar las conciencias de sus conciudadanos, llamándolos con todo realismo y crudeza a la intimidad con Jesucristo, a un trato real y directo con Él, cuando en realidad Kierkegaard se acerca todo lo posible, lo vislumbra, desea ser coherente, pero, al menos no lo desarrolla en su obra escrita, y siempre suponemos que si lo era en su corazón cuando despidió a su prometida sin dejar de amarla para que nadie se interpusiera en su camino hacía Jesucristo y en su misión profética, de anunciarlo como el bautista.
Es indudable, nos dirá Shestov, que Kierkegaard creía en Jesucristo con la fe fiducial luterana, pero también con el corazón, pues indudablemente acierta cuando afirma que creer solo con la razón es realmente un martirio (31).
Páginas más adelante volverá sobre la filosofía existencial de Kierkegaard y la denomina “la demencia de la fe”, supongo por no haber logrado traspasar el umbral de la fe para pasar a la cordura de la fe apoyada en la esperanza del amor (149). Esto se observará de manera muy clara cuando hable del pecado como “desvanecimiento de la libertad”, pues como buen luterano debía de tener una tensión total con el concepto de libertad como “servo arbitrio” frente a la libertad como “libero arbitrio”, tal y como se enfrentaron Lutero y Erasmo en el XVI (159).
Quizás este párrafo de Shestov se acerca al núcleo: “Kierkegaard estaba firmemente convencido de que, aun si Dios olvidara sus pecados, la juventud y la despreocupación de la juventud nunca se recuperaría. (…) le habría bastado recordar sus propias palabras cuando afirmaba: Para Dios todo es posible. Para el fatalista, en cambio, todo es necesidad. Su Dios es la necesidad. Eso significa que no tiene a Dios” (167-168).
José Carlos Martín de la Hoz
Lev Shestov, Kierkegaard y la filosofía existencial. Una voz que clama en el desierto, Hermida editores, Madrid 2025, 321 pp.