El profesor, historiador y ensayista italiano Enzo Traverso (1957) ha estudiado detenidamente las violencias del siglo XX y las ideologías que las han sostenido para concluir que detrás de la violencia siempre hay un autoritario que pretende imponer su visión de la vida, del derecho, de la historia y del hombre de manera impositiva, invadiente y agresiva.
Recordará las dos primeras y más importantes revoluciones acaecidas en Europa en el siglo XIX y XX: en primer lugar, la revolución industrial inglesa que terminaría con cualquier prestigio o aceptación del liberalismo por el método de esclavización encubierta del proletariado que provocó y su afán de perpetuar las clases en todo el mundo.
Enseguida pondrá en conexión la revolución industrial con la revolución francesa, fundamentalmente la acaecida para destruir el antiguo régimen de la unión del trono y del altar hasta lograr expulsar a la monarquía, al emperador y a Iglesia. La nueva República sí que sería la verdadera revolución (43).
Hay que reconocer claramente la crítica que establece el autor al comunismo y, especialmente a la dictadura del partido comunista ruso que pasó del comunismo de Lenin al de Stalin con un cambio radical de agresividad en las depuraciones constantes para mantener férreamente el poder hasta la extenuación de un pueblo sometido a una carrera armamentística con Occidente que les dejó agotados.
La definición del fascismo como “una revolución, una ideología, una visión del mundo y una cultura” (109), le permitirá centrarse en un exhaustivo análisis de los fascismos nazi, italiano y español durante el siglo XX, dejando verdaderamente trillada la cuestión, para mostrar las similitudes con el comunismo y sus mayores daños en las personas y en la concepción del mundo. Es interesante el análisis de la liturgia del fascismo de masas (115)
También, resulta muy interesante el análisis acera de la Shoah (146) y su intento de estudiar detenidamente la sociología en Alemania y como fueron admitiendo la expurgación de los judíos, su expulsión del país y finalmente los campos de exterminio como solución final: “un pasado que no quiere pasar” (147).
Lógicamente, el autor yerra, por puro desconocimiento, en la comparación entre los nazis y la Inquisición. Como si comparara la caza de brujas de Alemania en el siglo XVI y las 500.000 mujeres ajusticiadas por la Inquisición luterana con el Tribunal de la Suprema Inquisición, que mató apenas unos miles, pero que dejó algo peor que la muerte es la mentalidad inquisitorial y el deseo de juzgar el interior de los corazones buscando su conversión (192).
José Carlos Martín de la Hoz
Enzo Traverso, La historia como campo de batalla. Interpretar las violencias del siglo XX, Fondo de cultura económica, Buenos Aires 2023, 332 pp.