La ilustración profunda

 

El investigador y pensador alemán Philip Blom (Hamburgo 1970) lleva varios años publicando interesantes trabajos sobre la ilustración francesa y, en concreto, sobre el periodo de los salottos de Paris, la redacción y difusión de la Enciclopedia y los viajes de Hume a Europa hasta atreverse a manifestarse materialista y ateo.

Precisamente en el reciente trabajo que acaba de publicar sobre el cambio climático y la pequeña edad del hielo en Europa, no podían faltar unas referencias amplias al ambiente histórico, pero tampoco a la historia de las ideas y de las relaciones con los interesantes y grandes autores ilustrados del momento.

En efecto, es importante el amplio espacio que dedica a comentar despacio la aparición y difusión del Dictionnaire de Pierre Bayle (1647-1706) que se publicó por primera vez en 1697 y que tuvo un gran éxito en la Francia ilustrada hasta llegar a Inglaterra, Holanda y Países Bajos y Alemania, y que conoció ediciones hasta 1821, pues para nuestro autor tiene muchas más carga de profundidad por debajo que en la primera .lectura podríamos decir de carácter meramente literal, pues en realidad el escepticismo por la verdad y el relativismo son propiamente el clima intelectual real que se respiraba en la época(196).

Por ejemplo la mejor interpretación que se va a hacer en todo el siglo XVIII sobre las aportaciones del panteísmo de Baruc Spinoza (1632-1677) son la exacerbadas y prolijas críticas de Bayle en su diccionario, de modo que quien realiza la versión canónica de su obra sería realmente Bayle (197-219) es quien termina por exponerle (217): “Dios y naturaleza, desde Spinoza, pasaron a ser lo mismo; las dos caras de la misma moneda, dos palabras para nombrar la misma realidad que todo lo abarca (…). Esto significa que rezar es inútil, pues, aunque Dios lo quisiera, no podría cambiar el curso de la naturaleza y, de cualquier modo, si todo es parte de Dios y, por tanto, perfecto y necesario, el sufrimiento también lo es”.

Inmediatamente señalará Bayle otro corolario muy práctico de Spinoza, pero reamente muy antipopular: “también los milagros son imposibles, no se producen nunca, las historias que nos hablan de los mismos son exageradas porque apuntan a conseguir un efecto poético demasiado humanos-, tal como hacían los profetas, que no tenían una línea directa con el creador y se limitaban a hablar desde su propio entendimiento “(207).

Así concluirá nuestro Pierre Bayle interpretando a Spinoza a su aire y a su gusto, en su Tractatus theologicus politicus (1670): “Si Dios y la naturaleza eran una y la misma cosa, la única respuesta racional consistía en vivir de acuerdo con las leyes de la naturaleza y cultivar la empatía y la solidaridad entre todos los seres humanos, todos los seres vivos” (209)

José Carlos Martin de la Hoz

Philip Blom, El motín de la naturaleza. Historia de la pequeña Edad del Hielo (1570-1700), así como del surgimiento del mundo moderno, junto con algunas reflexiones sobre el clima de nuestros días, ediciones Anagrama, Barcelona 2019, 343 pp.