La implantación del Islam

 

Ofrecemos seguidamente algunas ideas y comentarios al reciente trabajo del historiador y maestro Miguel Ángel Ladero, catedrático de historia medieval de la Universidad Complutense de Madrid, quien nos ofrece la compilación de seis estudios publicados de modo disperso en diversas revistas acerca de la organización, impulso y consolidación de la sociedad islámica en el conjunto de la cristiandad medieval, tanto en oriente como en occidente.

Precisamente, la pericia y el buen hacer del profesor Ladero propicia extraer conclusiones sólidamente fundadas, es decir, frutos verdaderos de los resultados y hallazgos más importantes que han aparecido en la bibliografía e historiografía más reciente y, sobre todo, de confianza.

Indudablemente, la organización administrativa del Islam tomará características propias en cada lugar en su rápida expansión y en su inculturación en lugares tan dispares de Hispania, el norte de áfrica y de oriente medio, pues habitualmente tendían a mantener el esquema habitual que encontraban, pero poniendo por encima al visir correspondiente.

El sistema de impuestos a los judíos y cristianos propiciaba las conversiones y proporcionaba un dinero importante para el erario del gobernador (25) pero, con el paso del tiempo, producía un anquilosamiento del poder político y económico y favorecía la corrupción y la relajación como expondrá magistralmente el historiador Ibn Jaldún en su historia universal (29).

Lógicamente, la caracterización temprana del juicio del Islam como una secta cristiana impulsada por un hombre sin escrúpulos de poder, quedará fijada ya en pleno siglo VII, casi en los albores del Islam, gracias a los escritos de san Juan Damasceno (41) y sus juicios pasarán a través de Nicetas (siglo IX, PG 105,796) y de Pedro el Venerable hasta Nicolás de Cusa en su “Cribatio alcoranis” publicado en vísperas de la caída de Constantinopla (52), lo que quedará compendiado definitivamente en la obra de Ricoldo de Monte-Croce, “Confutatio Alchorani” (53).

Los métodos de los reyes cristianos para abrirse camino en Oriente en esta época medieval, variarán desde las sucesivas cruzadas que tenían como objetivo abrir el camino a los peregrinos para llegar a tierra santa, a la consolidación de un poder militar en oriente medio y unas ordenes militares para favorecer la presencia estable en la zona. Como bien sabemos, aquello terminará con la desaparición del reino de Jerusalén, el compromiso musulmán de respetar las peregrinaciones y encargar a los franciscanos la custodia de los santos, con su epígono que fue denominar cruzada a la conquista del reino de Granada (161-162). De todas formas, esto debe completarse, como hace Ladero, con la tarea de dominicos y franciscanos (48).

José Carlos Martín de la Hoz

Miguel Ángel Ladero Quesada, Europa medieval y mundo islámico. Seis estudios, ediciones Dykinson, Madrid 2015, 256 pp.