La infancia del cristianismo

 

Decía san Juan Damasceno, el último de los padres de la Iglesia del Oriente, en su famoso resumen de la Tradición de la Iglesia contenida en las obras de los padres escritas antes de él; “De fide ortodoxa”, que “La Iglesia había nacido del costado abierto de Cristo” (29).

En ese sentido se entiende muy bien, que cuando el día de Pentecostés los doce apóstoles se dispersen entre las diversas naciones de su tiempo, lo hagan según el espíritu que afirmaba san Justino en su primera Apología: “doce hombres partieron de Jerusalén a la conquista del Mundo”. Es decir, que salieron fortalecidos con la fuerza de lo alto; con los dones y carismas del Espíritu Santo.

Incluso se podría volver al texto del evangelio de san Mateo, cuando el Señor pronuncia su mandato imperativo: “Id pues y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que os he manado y he aquí que yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28, 19-20).

Inmediatamente, vendría la pregunta final, que sería: “¿Cuál es el programa?” A lo que podemos responder con las mismas palabras que usaron Pedro y Juan, cuando delante de los doctores y jefes del Pueblo afirmaron: “no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído” (Act 4, 20).

Todo esto es importante que lo conserve de fondo el lector, pues la obra que vamos a comentar, es una introducción a la historia de los comienzos de la historia de la Iglesia redactada por el profesor de Teología Bíblica y Patrología de la Universidad protestante de Estrasburgo, Étienne Trocmé (1924-2002).

Efectivamente, el profesor Étienne Trocmé, en su oficio de historiador protestante ha dejado constancia en su texto de todas sus dudas y supuestas lagunas que existen la documentación existente en la actualidad (51), a la vez que no deja de expresar con claridad una conclusión: cómo poseemos muy bien delineadas la visión de fe de los primeros cristianos y cómo el Espíritu Santo difundió esa fe en muy pocos años por el mundo grecorromano que giraba alrededor del mediterráneo (55).

Es interesante, el esfuerzo que hace por reconstruir, muchas veces con los pocos datos existentes, muchas y variadas cuestiones: la vida de la primitiva comunidad cristiana de Jerusalén, el paso de Pedro a Santiago como cabeza de la Iglesia en Jerusalén (65-71); el martirio de San Esteban (80); el evangelio de Marcos y la posible primera helenización (85)¨la conversión de san Pablo (87), su primer viaje a Jerusalén y sus entrevistas con san Pedro (93), los viajes apostólicos por todo el mundo conocido (95), su trabajo como teólogo expresado en las cartas (131). Evidentemente, el libro presenta una visión protestante de muchas cuestiones, sobre todo cuando sigue a Karl Barth (135). Por ejemplo, hay un silencio bastante clamoroso sobre la vida de san Pedro hasta convertirse en la cabeza de la Iglesia en Roma y Primado. En ese sentido el lector debe completar este trabajo con otros más clásicos y completos sobre la materia.

José Carlos Martin de la Hoz

Étienne Trocmé, La infancia del cristianismo, ediciones Trotta, Madrid 2021, 208 pp.