La ley de la eutanasia

 

¿Quién tiene interés por aprobar una ley para matar? En los tiempos que corren y con la sensibilidad tan exaltada por la salud en esta lucha contra el coronavirus, parece una gran contradicción que haya alguien que se empeñe en facilitar la muerte, facilitar que se mate a un paciente porque sufre. En estos tiempos en los que hay tantos medios para conseguir que los enfermos puedan llevar con más facilidad sus males, que haya quienes valoren tan escasamente la vida no deja de ser sorprendente.

¿Es que se lo plantean como progresista? ¿Es un progreso que se pueda matar a las personas? Martínez-Selles, recién elegido presidente del Colegio de Médicos de Madrid dice: “creo que la gran mayoría de los médicos tienen una opinión contraria a la eutanasia. Hay que tener en cuenta que, en el juramento hipocrático, todos juramos el no hacer daño de forma intencionada a nuestros pacientes” (Alfa y Omega, 23. sept.20).

El empeño por aprobar semejante ley, como ha ocurrido ya con la ley del aborto, es la manifestación más clara del tipo de sociedad que se va creando en torno a unas personas que no creen en nada. No creen en Dios, no tienen sentido de trascendencia, no consideran su fin sobrenatural, la eternidad como sentido de nuestra vida. Por lo tanto, todo su horizonte vital consiste en vivir más o menos bien, pegados a la tierra, sin capacidad de superar ni mínimamente lo material. Vivir así es verdaderamente triste. Quitar al hombre su horizonte sobrenatural es lo más terrible que le puede ocurrir.

Sobre la ley que se pretende aprobar, también Martínez-Selles dice: “Va a ser una ley que destruirá la relación médico-paciente y generará una desconfianza enorme en todo el sistema sanitario. Se va a hacer un daño irreparable. Y es muy inoportuna, con todo lo que estamos viviendo a causa del coronavirus. Además, no hay ningún tipo de demanda social para el tema de la eutanasia. Es más un tema ideológico que, encima, se ha intentado asociar –de forma inadecuada– a políticas de izquierda o progresistas”.

Y en su libro recién publicado, “Eutanasia”, este autor advierte que eutanasia viene del griego y significa buena muerte. Este es el engaño, nos dice, porque la medicina paliativa es la que estudia, con detenimiento y grandes progresos, como ayudar al paciente que está grave, al que está cerca de la muerte. Podemos entender que una persona que sufre mucho en una situación terminal piense en la muerte, pero los cuidados paliativos han avanzado mucho en los últimos tiempos, para ayudar al enfermo en los momentos más difíciles.

El suicidio siempre se ha visto como algo terrible.  Que alguien decida quitarse la vida supone una pobreza interior que solo la produce el materialismo que está en el ambiente. El empeño por vivir bien como único sentido. Y resulta que ahora los mismos médicos son los que están proponiendo el suicidio.  Porque la eutanasia no es más que un suicidio asistido. Y si fuera algo más que eso, si se estuviera quitando la vida a un enfermo sin que él lo pida, sería un asesinato con todas las de la ley.

¿Qué es lo que quieren esos médicos progresistas que promueven la eutanasia? ¿Hacia dónde van esos políticos empeñados en aprobar semejante ley? Parece que quieren quitarse de en medio los enfermos que sobran.

Ángel Cabrero Ugarte

Manuel Martínez-Sellés, Eutanasia, Rialp 2019