La libertad desnuda

 

Verdaderamente, el título audaz del libro del profesor de filosofía José Sánchez Tortosa hace honor al contenido real de esta investigación acerca del concepto de libertad a lo largo de los siglos pues parece como si el autor hubiera ido “desvelando” el misterio de la libertad de los hombres lentamente en el transcurrir de los siglos.

De esta sintética historia de la libertad, extraída a través de variadas citas de muchos de los grandes filósofos que han hablado de ella, destacaría la reiteración del autor en remarcar la libertad como un “don de Dios”, puesto que, como afirma Sánchez Tortosa, es imposible prescindir del concepto de trascendencia si se desea hablar seriamente de la energía de la libertad (11).

Indudablemente, captar la historia de la libertad de elección, del “libre albedrío” de los clásicos, requiere mucha “sensibilidad e inteligencia” (13) pero, como dice muchas veces el autor, para hablar de libertad como energía y fuerza se “requiere hablar de teología” (16).

De todas formas, según Sánchez Tortosa, ya en el mundo griego se apostaba claramente por la libertad como una profunda riqueza del alma humana pues “según Aristóteles se elige lo que se ha decidido después de la deliberación”. Es más, hay que conquistarla, pues: “es artesanal. Se conquista. Y, en buena medida esa conquista suele denominarse educación o formación” (24). 

Por eso, añadirá que, gracias a la educación el hombre puede entregarse “al lujo de la libertad que proporcionan la investigación, el conocimiento y el estudio de las artes y las ciencias” (25).

Es interesante la insistencia que pone nuestro autor en subrayar que la libertad, según los platónicos, “reside en el conocimiento, es decir, en la racionalidad común, supraindividual, pero inmanente, capaz de recomponer a la escala de las operaciones humanas la estructura de lo real. La educación impone su reverso. La ignorancia, bajo cualesquiera de sus formas, es sometimiento, servidumbre, sumisión, esclavitud” (30).

Ya con autores más modernos insistirá en la riqueza de la libertad, sobre todo para amar y, por tanto, es imposible negar la libertad (37, 38, 40). Es más, gracias a la libertad entendemos la riqueza de la dignidad de la persona humana (46).

Lástima, que no se haya detenido en santo Tomás, pues si de Agustín y sus “Confesiones” ha aprendido tanto, qué hubiera extraído de la sistematización de santo Tomas del pensamiento anterior a él. Asimismo, si hubiera descubierto a Duns Scoto y sus subrayados del corazón del hombre habría aprendido más que de Maquiavelo (34).

En cambio, dedica gran parte de su trabajo a las obras de Lutero (60), Spinoza (105), Kant (110), al “triunvirato de Tubinga”: Hörlending, Hegel y Schellig con sus altos vuelos del espíritu y el escaso valor atribuido a la libertad personal individual (114) y a Sartre: “nunca fuimos más libres que bajo la ocupación alemana” (146).

José Carlos Martín de la Hoz

José Sánchez Tortosa, La libertad desnuda. Una historia textural e icónica de sus trágicas paradojas, ediciones Confluencias, Madrid 2022, 148 pp.