La moral del barroco

 

El catedrático de Estética de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Barcelona, Norbert Bilbeny (Barcelona 1953), ha redactado un magnífico trabajo sobre la supervivencia de los valores y de las ideas del barroco del siglo XVII en nuestra civilización contemporánea. Es más, la arriesgada tesis que sostiene nuestro autor desde las primeras páginas se podría formular como un verdadero “revival del barroco en nuestros días” manifestado sustancialmente en el modo de llevar a cabo el juicio ético o moral de nuestra cultura y civilización. Indudablemente, la demostración de tan atrevida tesis se basa en argumentos “supuestamente ciertísimos” con los que el lector se irá identificando a la vez que va cayendo en la cuenta a través de los razonamientos del autor del trabajo y, sobre todo, al ir confirmando estas hipótesis, mientras indudablemente goza y disfruta de la extraordinaria erudición del profesor Bilbeny y de su magnífico conocimiento del periodo más fecundo de nuestra historia a la vez que de otros países de nuestro entorno como Inglaterra y Francia.

Lo mejor de este trabajo, por tanto, se encuentra en la correcta ambientación que se realiza a lo largo de toda la obra, donde se analizan someramente todos los enfoques o campos posibles de actuación como la geografía, costumbres, obras literarias y teatrales, poesía, arte, música, sociología, filosofía y teología. En este último, quizás por falta de experiencia personal, le falta terminar de captar el alto nivel de espiritualidad que trasluce el barroco y, en concreto, de absoluta confianza en la misericordia y la gracia de Dios y en la alegría profunda del pueblo cristiano del barroco.

Es interesante, comprobar cómo Bilbeny ha sabido captar la extraordinaria mercaduría que se genera en entre España, América y Europa, en el siglo XVI y su trascendencia en el primer mercado común europeo verdadero motor del desarrollo en ese período y que cambio completamente la economía en el continente. A la vez, España cayó en el XVII en una profunda depresión económica por la galopante inflación que generó en España la entrada de tanto metal precioso llegado desde América. Asimismo, sugiero al lector detenerse en la lectura del apasionante tratamiento realizado acerca de la ilusión, de los “sueños” de Quevedo (57), del “gran teatro del mundo” de Calderón (69), en el engaño (69) y en el desengaño de Calderón (70). Los valores castrenses como la suprema lealtad (75), la religión y la virtud de esperanza (76), la gracia y la eucaristía como centros del auto sacramental (77).

Enseguida tratará nuestro autor sobre la vida moral en Baltasar Gracián uno de los autores claves del barroco español y clave para entender el pensamiento del siglo de oro de las letras castellanas. En primer tratará del desengaño ante el “pesimismo” del barroco sobre el hombre y la naturaleza herida y concluye con palabras del Criticón: “no hay verdad, todo está adulterado y fingido, nada es lo que parece” (90). Finalmente, debemos recoger que Gracián menosprecia la Corte de su tiempo por falta de talla intelectual y moral de los reyes y sus cortesanos: “más que insistir en la moral medieval del arrojo y el honor introducirá la de las formas de la prudencia y el saber comportarse en la sociedad, cada uno según su rango y valía” (93).

José Carlos Martín de la Hoz

Norbert Bilbeny, Moral barroca. Pasado y presente de una gran soledad, Anagrama Argumentos, Barcelona 2022, 262 pp.