La perene juventud de la Iglesia

 

El 21 de noviembre de 1965, se celebraba en Roma la solemne inauguración del Centro Elis, una Escuela de Formación profesional de grado medio y superior enclavada en, lo que se llamaba entonces un barrio obrero, en el Tiburtino, un lugar periférico del extrarradio de la Ciudad Eterna.

Aquella impresionante iniciativa apostólica y formativa había sido un encargo del santo Padre san Juan XXIII al Fundador del Opus Dei, san Josemaría Escrivá de Balaguer, realizado tiempo atrás, pues estaba preocupado por la evangelización y el desarrollo humano de aquella zona naciente de la ciudad eterna.

Precisamente, el papa san Pablo VI había aprovechado una de las Sesiones finales del Concilio Vaticano II y, por tanto, la ciudad se había llenado de obispos y arzobispos y cardenales que venían a la ciudad eterna para trabajar en aquellas sesiones, para inaugurar solemnemente aquellos edificios y dar a conocer al mundo entero una iniciativa apostólica y formativa que había comenzado años atrás en una sede provisional.

Entre las personas que atendían a los Monseñores y personalidades de la Curia Romana, estaba Mons. Pedro Casciaro, uno de los primeros fieles del Opus Dei de la primera hora que conocía al Fundador del Opus Dei desde la juventud y que colaboraba con él como miembro del Consejo General del Opus Dei.

Al ir a situar, en el lugar previsto, a Mons. José María García de la Higuera, arzobispo entonces de Valencia y gran amigo de san Josemaría desde antes de la guerra civil española y del que había sido su confesor en los años cuarenta, éste le dijo: “Estáis todos locos”, “Estáis todos locos como vuestro Fundador”, “locos de amor de Dios y a las almas”. Efectivamente, en los años cuarenta san Josemaría utilizaba muchas veces esa expresión que no se le había olvidado al señor arzobispo.

Indudablemente, había que poner mucho amor a Dios y a las almas, y al Santo Padre para movilizar tantos recursos humanos y materiales para poner en marcha aquella iniciativa y, sobre todo, en aquellos años donde el marxismo gramsciano se había hecho fuerte en Italia y con un PCI en alza y activo en aquellos barrios.

El Fundador del Opus Dei se conmovió cuando el santo Padre en su homilía hizo un encendido elogio agradecido a san Josemaría y afirmó: “Aquí todo es Opus Dei”. Verdaderamente, no podía resumirse mejor, y de manera más breve, la emoción que todos tenían en ese momento.

Finalmente, en el mensaje del Santo Padre, explicó que el Opus Dei y todas las iniciativas apostólicas que impulsaba en el mundo entero eran sencillamente un “signo de la perenne juventud de la Iglesia”.

José Carlos Martín de la Hoz