La pureza liberadora

 

Se ha publicado en castellana una obra de Guillaume Derville, profesor de teología en la universidad Santa Croce en Roma. Una obra valiente acerca de la castidad como pureza liberadora, distinta a cuanto se escribe y se proyecta en demasía acerca del sexo desvinculado de la dignidad de la persona. Por eso supone un desafío a la corriente imperante y sirve para mostrar los anclajes sólidos del verdadero amor, frente a la falta de compromiso y a la provocación.

Derville  está convencido de que la castidad garantiza la autenticidad de las relaciones personales  pues hace brillar la belleza, las relaciones de profunda comunión, y construye la fidelidad, mientras que la banalización del amor, convertido en sexo,  banaliza el amor, dificulta la sinceridad en las relaciones personales, destruye hábitos de trabajo y cooperación, e impide naturalmente la oración cara a Dios.

Todo esto es comprensible a cualquier mentalidad, si bien es verdad que la pureza es atractiva y plenamente comprensible en el contexto de la fe, o mejor aún en el misterio de Jesucristo que está en el trasfondo de todas las páginas. Esto no quiere decir que las consideraciones y análisis sobre el amor humano no puedan servir para cualquiera. Ha planteado esta obra desde una perspectiva existencial y utiliza el lenguaje de la calle sin perder profundidad, acompañado de interesantes observaciones de la vida misma. Comienza explicando la castidad desde el corazón humano o intimidad personal que evita una consideración meramente formal, más presente en algunos manuales. La castidad expresa el don de uno mismo en lo específico del varón o la mujer como personas que realizan su propia donación. También se recibe la castidad como un don de Dios, que concede a quienes la piden con humidad y ponen los medios para amar con todo el corazón. Siguiendo las Escrituras subraya este autor que la donación personal completa tiene un modelo en la Eucaristía, ofrenda, sacrificio y comunión. La castidad es también una conquista personal que exige valor pero también una conquista social para defender el pudor, el respeto y el amor. Muchos ejemplos aparecen en estas páginas mostrando estos valores y por eso abundan las frecuentes observaciones sobre el significado del cuerpo, de la moda, y también acerca de la disociación del amor y el placer.

Merece ser destacado el capítulo sobre la castidad cristiana pues destaca que toda persona está llamada a la pureza, en el marco de una vocación que permite el don de sí, sea en el matrimonio o en el celibato, dos caminos de fecundidad y felicidad. Y en concreto su enfoque del celibato apostólico laical pues supone bastante novedad en la teología moral, dado que la mayoría de los autores está pensando sobre todo en el celibato sacerdotal o en el de los consagrados. En cambio Derville expone una teología del celibato cristiano ordenado como vocación específica al apostolado en el mundo pues no modifica la condición teológica o jurídica del fiel laico.

 En resumen el lector, casado, célibe o sacerdote, encuentra en esta obra sobre la castidad una meditación teológica pegada al terreno para fundamentar bien el comportamiento limpio de un cristiano en el mundo. Ayudará a iluminar la conciencia y a fortalecer la voluntad de quienes se toman el amor en serio.

 

Jesús Ortiz López

G.Derville. Amor y desamor. La pureza liberadora. Rialp. 15