Una de las grandes aportaciones a la cultura contemporánea es, sin lugar a duda, el esfuerzo que están llevando a cabo las productoras para buscar buenas novelas históricas de prestigio que puedan verterse al mundo del cine y de las series televisivas de modo que se pueda acercar realmente la historia verídica a nuestros jóvenes de la actualidad.

Indudablemente, en este caso de la historia en el cine, es real que vale más una imagen que mil palabras y, por tanto, que es mucho más fácil transmitir conceptos y valoraciones, a través de un gesto, de una actitud, de una reacción de un personaje, que a través de muchas páginas escritas o habladas de la narración de los hechos con todos los matices pertinentes.

Recordaba todo esto, cuando meditaba sobre el nefasto planteamiento que hacen los guionistas, los actores y los directores de la serie sobre Isabel la Católica o Isabel I de Castilla, en torno a la figura del ilustre Fray Hernando de Talavera, confesor de la Reina, obispo de Ávila y primer arzobispo de Granada, después de la conquista de la ciudad.

Plantear ante las cámaras a un jerónimo ambicioso partidario de la Inquisición y ávido de poder, cuando en realidad fue perseguido por la Inquisición sin pruebas, cuando había abandonado la Corte por su propia voluntad para permanecer en la ciudad de Granada y poder así afrontar honradamente la evangelización de los musulmanes desde la santidad de vida, el anuncio del Evangelio y la persuasión por la liturgia y el buen ejemplo.

Es un ejemplo tan solo de los muchos errores que contiene la serie histórica más famosa de la actualidad. Lógicamente, alguno de los que la hagan visionado señalan que contiene indudables aciertos, por ejemplo la descripción completa de las miserias del rey Fernando.

Es cierto, pues, que se podría afirmar que en otras cuestiones es fiel a la realidad, pero esto en realidad poco importa, pues en realidad en lo que todos están de acuerdo, sabios e ignorantes, maledicentes y justos, que de lo que se trata es de que el televidente termine de ver la serie y acuda a los muchos y muy buenos libros sobre la materia para consultar la verdad.

Lo más importante, afirman, de la presencia de la historia moderna en el cine actual es crear afición, es decir, desarrollar deseos de conocer la realidad, de compartirla con otros esos datos e impresiones y de poder llegar de esa manera a cierta interpretación de los hechos.

Así pues, solo me queda ofrecer al lector el título de una de las mejores obras históricas de los últimos años sobre la figura de Isabel la Católica. Un trabajo sólido, serio y bien documentado y, sobre todo, magníficamente redactado. La obra de Tarsicio de Azcona sobre la reina.

José Carlos Martin de la Hoz

Tarsicio de Azcona, Isabel la Católica, ediciones BAC, Madrid 1993, 970 pp.