La Religión en la Historia

 

Es muy interesante comparar el concepto de Religión que desarrolla Cicerón en sus obras y de Lactancio, el famoso literato cristiano converso del siglo II en Roma, pues ambos aran grandes pensadore e influyentes en la sociedad de su tiempo. Para Cicerón, el concepto “Religión” viene de “relegere” es decir interpretar, en una nueva relectura según “la clave de Dios” la historia y el mundo del futuro.

Para el segundo, Lactancio, religión vendría de “religare”, religar o atar, pues el cristianismo que bebió de los mártires de la fe en Cristo y que le impactó hasta su conversión manifestaba una estrecha unión con Jesucristo y no un mero sentimiento vaporoso, espiritual, como decían los modernistas, siguiendo Freud, es decir una vulgar ilusión.

Precisamente, los Evangelios recogen los sucesivos impactos de diversas y variadas personas con Jesucristo y los cambios de vida correspondientes, es decir las transformaciones de gente como nosotros, ciudadanos normales y corrientes, a quienes la mirada de Cristo, su impresionante sonrisa, les atrajo y les llevó a jugarse la vida por Él.

Recordemos que, cuando Pedro y Juan fueron llamados por las autoridades judías para conminarles a dejar de hablar de Jesucristo, simplemente contestaron: “no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído”. En este consiste la Revelación definitiva que Jesucristo trajo al mundo, en recoger mediante la tradición oral y escrita, todo lo que nos ha llegado de Él: “El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”.

Así pues, enseñar la religión a través de la historia es recordar que la historia de la Iglesia es historia y es teología. La revelación que nos ha llegado a través del magisterio de la iglesia expresada en términos teológicos y catequéticos y la historia: los hechos, los impactos, los cambios de vida, la fidelidad y las defecciones.

La historia de la Iglesia se hace con documentos y a la vez es historia de salvación y se hace con anécdotas. Por ejemplo, conviene leer el trabajo de Rodney Stark “la expansión del cristianismo” (ediciones Trotta, 2013) pues te explica cómo es imposible que una idea se transmita tan rápido y llegue a genta tan distinta y tan distante, si aquello no está movido por el Espíritu Santo.

Evidentemente, en una sociedad como la nuestra denominada habitualmente como la sociedad de la imagen, la historia puede servir para hacer más fácil la trasmisión de conocimientos al tener captada la imaginación de los oyentes y poder concretar en hechos reales conceptos espirituales, pues como decía san Josemaría, en una inolvidable homilía en el Campus de la Universidad de Navarra en 1967, “hay que saber materializar la vida cristiana”.

De hecho, el proprio san Josemaría hablaba de los siete sacramentos de la iglesia católica instituidos por Jesucristo, como “las huellas del mismo Cristo en la tierra”, como, la lampara votiva al lado del sagrario para indicar la presencia real de Jesucristo. 

José Carlos Martín de la Hoz