La revolución de Hegel

Presentamos una buena biografía sobre Gerorg Wilhelm Friedrich Hegel (Stuttgart 1770-Berlin 1831) publicada por el eminente escritor francés y profesor de la Universidad de Poitiers Jacques D’Hondt.
El libro arranca con el funeral y entierro de Hegel y un resumen apretado del discurso fúnebre del filósofo Förster: “Un plan preciso domina el discurso extravagante de Förster. Consta de tres partes: después del exordio masónico viene un desarrollo cristiano que se remata con una conclusión filosófico-política” (23).
Indudablemente, la más interesante del discurso fúnebre es la alusión a la religión puesto que se vivían momentos convulsos y acusaciones cruzadas de ateísmo de diversos profesores de la universidad de Berlín, incluidos Hegel y su amigo Schelling. Las palabras de Förster produjeron un gran desconcierto: “¿Acaso no ha sido él quien ha reconciliado al incrédulo con Dios, enseñándonos a reconocer debidamente a Jesucristo?” (23). Finalmente terminaría nuestro pensador con una apremiante llamada a “Preservar, anunciar y confirmar su doctrina” (25).
Para encuadrar la existencia de Hegel señalará: “Para el futuro filósofo, el azar o la necesidad hizo bien las cosas. Llegará a la madurez intelectual en el momento en que Francia, en 1789, conquista su mayoría de edad política. Su existencia, repartida por igual entre dos siglos (1770-1831), se empareja con la de Hölderlin en poesía (1770-1844), Beethoven en música (1770-1827) y Napoleón en política (1769-1821).
Es muy interesante la figura del disimulo: “Tenia mucho que callar pues se hubieran enemistado con él y le habrían echado de la universidad si hubiera narrado exactamente su revolucionario pensamiento, intrínsecamente ateo y revolucionario “(305). Por ejemplo, su texto “Vida de Jesús” hubiera sido un escándalo (308). Igualmente, utilizará el oscurecimiento del lenguaje e incluso el doble lenguaje de modo que la investigación acabará por encontrar las claves de su filosofía verdadera y final (315).
En su crítica de la religión hay un concepto clave que delimitar y que denomina: “contenido consistente” y otro concepto increíble que es el de “representación”. Por tanto, para un arriano y un panteísta como él la ecuación da por resultado la negación real de la relación personal con Dios (319).
Es interesante que para clarificar su filosofía acuda a Homero y su extraño “lenguaje de los dioses” pues, a fin de cuentas, no solo no clarifica sino que oscurece, a no ser que quiera decir que no cree en un Dios personal sino en un concepto genérico del espíritu (320). Incluso huye de la representación de Dios como Padre y de la relación de filiación: “Dios no es una persona”. Y añade: “El mito pertenece a la pedagogía del género humano. El concepto, una vez adulto, ya no lo necesita” (321). El misterio de Jesús es eliminado (322). Y concluye Jacques d’Hondt: “¡He ahí un Dios al que nadie tendrá la tentación de rezarle!” (324).

 José Carlos Martín de la Hoz
Jacques D’Hondt, Hegel. El último filósofo que explicó la totalidad, ediciones Tusquets, Barcelona 2021, 408 pp.