La santidad en la Iglesia particular

 

El santo Padre Francisco nos dejó un último regalo antes de marchar a la casa del Padre y fue la convocatoria de algunas canonizaciones como las de dos jóvenes: Frassatti y Carlo Acutis.

Además, instituyó la celebración de una fiesta nueva: el 9 de noviembre, memoria de la dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán se celebrará en la Iglesia Universal el recuerdo especial de los que están en proceso de beatificación y canonización, es decir la memoria de los diferentes estadios: siervos de Dios, venerables siervos de Dios, beatos y santos.

Es decir, que junto a la tradicional y recordada fiesta de todos los santos del 1 de noviembre y la inmediata conmemoración de los fieles difuntos, unos días después, recordaremos en cada Iglesia particular a aquellos que son o van a ser propuestos como modelos e intercesores de una parte significativa del pueblo de Dios o de la totalidad del pueblo de Dios.

Junto a la documentación preparada y difundida por todo el país y preparada por la Conferencia Episcopal Española, se ha difundido un cartel en el que aparece un joven de doce años que está sentado en su mesa de estudio con su ordenador y detrás en la pared aparece un calendario “de santos” con la inolvidable figura de san Carlo Acutis que fue canonizado el 8 de septiembre y que ya es el patrono de todos los jóvenes que utilizan los medios digitales, los “youtubers”, los nativos digitales que como él están camino de santidad.

Precisamente, las palabras que coronan esa fotografía son muy expresivas: “Tú también puedes ser santo”. Es decir, todos estamos llamados a la intimidad con Jesucristo y a la identificación con Él que en eso consiste la santidad y, muchos, como Acutis a ser modelos e intercesores del pueblo de Dios.

Que Dios Espíritu Santo esté suscitando modelos e intercesores muy variados de toda clase y condición en el mundo entero es una señal de que Dios desea suscitar un clamor de santidad en todos los ambientes, edades y países.

Recordemos que en Madrid tenemos enterrada en el Oratorio del Caballero de Gracia en la Gran Vía a la beata Guadalupe Ortiz de Landázuri, doctora en Ciencias químicas, investigadora en el CSIC, profesora en el CEICID y catedrática en el Instituto de Santa Engracia de la capital de España.

Ella, como relata el Decreto de virtudes heroicas, siempre mantenía el hilo de la conversación con Jesucristo y por eso mantenía un tono habitual de buen humor, como narran los testigos y expresa en su epistolario.

Evidentemente ella fue una mujer muy paciente como buena química entregada a Dios y a las almas y a sus alumnas, con un saber entregarse a cada una de ellas, como a Jesucristo y a todas las almas. Pidamos a Dios muchas cosas por su intercesión.

José Carlos Martín de la Hoz.