La sociedad de la decadencia

 

Decía un viejo amigo, gran historiador, que España era como el “rey midas, pues afirmaba, todo lo que tocaba, entraba en decadencia”. Y proponía como prueba fehaciente de su teoría la descripción de las tres monedas de oro que, como señal de sometimiento del monarca al poder espiritual del Papa, habían enviado como regalo a Roma, al comienzo de sus mandatos, los tres emperadores españoles: Felipe II había enviado una moneda de oro de muchos quilates, hecha con metal llegado del Perú. Felipe III, habría enviado una moneda de las mismas proporciones pero ya mezcla de oro y plomo y, finalmente, Felipe IV, habría remitido una moneda de plomo recubierta con una chapita de oro.

Me venía el recuerdo de la decadencia de los monarcas españoles de siglos atrás, al leer el último trabajo de investigación del afamado periodista y escritor norteamericano, Ross Douthat (1979), columnista del New York Times, donde nos describe a muy grandes rasgos y con argumentos bastante discutibles la sociedad americana y la comunidad europea, es decir, bajo el ángulo de las evidentes señales de sociedades en franca decadencia.

Es interesante cuales son para nuestro autor los puntos de referencia analizados como parámetros fiables para detectar una extrema y preocupante decadencia en nuestros países: “en referencia al estancamiento económico, al deterioro institucional y al agotamiento cultural e intelectual en un elevado grado de prosperidad material y de desarrollo tecnológico” (22).

En cualquier caso, comencemos por señalar que llama la atención la pobre e ideologizada descripción que hace de la Comunidad Económica Europea, pues por el contrario de lo que afirma este columnista, goza de una mayor salud económica, cultural e intelectual, convicciones intelectuales, democráticas y jurídicas que su homónima americana de la era Trump y de su trasvase hacía la nueva presidencia (117).

Asimismo, no deja de sorprendernos la manera que tiene este periodista de enfocar la religión, al menos la católica que es actualmente preponderante en Europa, pues lo hace desde el ángulo del agnóstico que todo lo trata en términos de liberalismo y conservadurismo, para concluir en mera influencia política: “Puede que el intento del papa Francisco de liberalizar el catolicismo logre rescatar al cristianismo liberal de la irrelevancia; puede que el tradicionalismo religioso aproveche el momento populista para recuperar su influencia” (141).

En cualquier caso, la solución, como siempre no es esperar a que vengan los bárbaros (205), sino ahondar en las raíces vigorosas de nuestra cultura occidental, propiciando los estudios humanísticos, desarrollando programas de solidaridad y bien común, etc.

José Carlos Martín de la Hoz

Ross Douthat, La sociedad decadente. Cómo nos hemos convertido en víctimas de nuestro propio éxito, ediciones Ariel, Barcelona 2021, 332 pp.